Todos los que hemos pasado por la experiencia lo tenemos claro: lo más complicado no es casarse, sino organizar todos los preparativos que el evento supone. Cómo se organiza y por dónde se empieza pueden ser tal vez las dos preguntas básicas una vez hemos decidido la fecha del enlace.

Tanto si se tratará de una boda civil como de una boda religiosa, lo cierto es que hay que llevar a cabo una serie de preparativos que llevarán su tiempo. Aunque bien es verdad que dependiendo de un tipo de ceremonia u otro, dichos preparativos cambiarán un poco, especialmente en lo que concierne a la fecha de la boda.

Las invitaciones de boda de Ceremoniq

De entre los muchos preparativos que hay que organizar, las invitaciones de boda están entre las de obligado cumplimiento. En la actualidad, las posibilidades a este respecto son múltiples, tal y como podemos ver en la web de Ceremoniq. En este sitio encontraremos un amplio catálogo formado por categorías para todos los gustos.

Los diseños de las invitaciones de boda de Ceremoniq están realizados por auténticos profesionales que siguen todas las tendencias del momento. Son, en realidad, invitaciones de una gran originalidad, únicas y elegantes, ya que se pueden personalizar a partir del constructor online de la página. De esta manera, se podrán añadir todos los detalles que se deseen según la invitación.

Por lo general, tal y como marca el protocolo, las invitaciones de boda deben ser entregadas al menos dos meses antes de la boda. En la medida de lo posible, son los novios los que se encargan personalmente del reparto con el fin de que los invitados puedan confirmar su asistencia o no.

El origen de las invitaciones de boda

El origen de las invitaciones de boda está rodeado de muchas historias, leyendas y tradiciones. Ya en la Edad Media, por ejemplo, un pregonero recorría las calles y plazas más importantes de la ciudad anunciando y convocando a los invitados de las bodas. Una figura esta del pregonero que tiene sus raíces ya en la antigua Roma.

La presencia del pregonero tiene su razón de ser por el hecho de que en aquella época la inmensa mayoría de la población era analfabeta. De ahí que era lógico que las principales noticias se dieran a conocer de forma oral. Algunos quieren ver aquí el origen de las invitaciones. Pero, en realidad, hay muchas otras teorías al respecto, ya que esta costumbre era más propia del pueblo llano.

Las invitaciones de boda en la Edad Media

La nobleza de la Edad Media se desmarcaba un poco de la figura del pregonero. Al tener un mayor estatus cultural y económico, utilizaba ya la imprenta en el siglo XIV para notificar a los invitados un futuro enlace.

Una invitación, realizada por los monjes, en la que figuraba el texto relativo a los contrayentes y el lugar de celebración, junto a los escudos de armas de las familias que iban a unirse. Además, las invitaciones se sellaban una a una con la inscripción y el sello familiar en cera.

Por tanto, se puede decir que, en aquella época, las invitaciones de boda se consideraban casi como una pequeña obra de arte. Y no solo por su carácter artesanal, sino también porque su coste era prácticamente prohibitivo para la población en general.

Las invitaciones se entregaban a los invitados a través de un mensajero y se protegían con dos sobres para que no sufrieran daños durante su recorrido. Estas primeras invitaciones, allá por el siglo XV, se imprimían mediante la xilografía, una técnica en la que se empleaban planchas de madera grabadas en relieve.

La litografía y el correo

No sería sino hasta finales del siglo XVIII cuando comenzó a utilizarse la litografía para las invitaciones de boda. Con esta técnica, se trazaba un dibujo, un texto o una fotografía en una piedra calcárea o en una plancha metálica. La litografía ya sí era un sistema mucho más económico y sencillo, por lo que se produce una popularización de las invitaciones de boda.

Junto con la aparición de la litografía, los servicios de correo supusieron el despegue definitivo de las invitaciones de boda. Los nuevos sistemas propiciaron que las invitaciones se podían diseñar, imprimir y enviar a cualquier parte del mundo a un precio razonable.

Ni que decir tiene que estos métodos de impresión fueron evolucionando con el paso de los años. Las invitaciones de boda, tal y como las conocemos en la actualidad, proceden de la década de los 40 del siglo pasado, época en la cual tiene su principal protagonismo la impresión comercial.

Tal y como podemos ver, el origen de las invitaciones de boda hunde sus raíces en la Edad Media. A partir de ahí, su evolución ha ido en paralelo a la aparición de nuevos sistemas de impresión y diseño que nos han llegado hasta hoy.