Un grupo de científicos descifró el ADN del venenoso sapo de caña (Rhinella marina), introducido en Australia en 1935 y que desde entonces amenaza a varias especies nativas, informaron hoy fuentes académicas.

Este genoma, el primero en el mundo, contribuirá al entendimiento de cómo se reproduce este batracio, así como del funcionamiento de sus toxinas y el diseño de nuevas vías para su control, según un comunicado de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, siglas en inglés).

"A pesar de su estatus emblemático, había muchos vacíos en el entendimiento de la genética del sapo de caña y hasta ahora nadie había ensamblado su genoma", dijo Peter White, de la UNSW, quien lideró este estudio en el que participaron científicos australianos, portugueses y brasileños.

Los investigadores lograron descifrar más del 90 por ciento de los genes del también conocido como sapo marino con una tecnología que les permitió realizar secuencias de piezas largas de ADN, en un proceso largo y complicado.

"Hemos realizado la secuencia de 360.000 millones de pares base y hemos ensamblado uno de los genomas de anfibios de mejor calidad que existen en la actualidad", dijo Rick Edwards, autor principal de este estudio publicado en la revista GigaScience.

Los científicos también consideran que el estudio ayudará a futuros análisis de genomas de los batracios y a entender su evolución y su papel en los ecosistemas.

"Tener un genoma referencia da una mirada profunda valiosa sobre cómo evolucionan las especies invasoras para adaptarse a nuevos ambientes", indicó Rick Shine, de la Universidad de Sídney.

Los resultados de la investigación también permitirán diseñar métodos de biocontrol de esta plaga como por ejemplo el uso de virus como se ha hecho en Europa para controlar la expansión de conejos.

Los "Rhinella marina" son animales que se adaptan fácilmente a los nuevos ambientes y tienen un poder destructivo en la fauna nativa de las zonas invadidas.

Esta especie fue introducida en Australia en 1935 para combatir una plaga de escarabajos en las plantaciones de azúcar del estado nororiental de Queensland, un plan que fracasó ya que el sapo no se comió esos insectos y al no tener depredadores se multiplicó sin control por casi todo el país.

La población de estos sapos ocupan en Australia un territorio de 1,2 millones de kilómetros cuadrados y su veneno causa la muerte de especies nativas como los quolls del norte (marsupial carnívoro), los cocodrilos de estuario, lagartijas y serpientes.

La plaga del sapo americano, que puede medir 15 centímetros de largo y tiene la piel rugosa y con protuberancias, también ha causado estragos en 138 lugares del mundo como en Hawai (EE.UU.), Filipinas, Papúa Nueva Guinea y otras islas del Pacífico.