Muchos postulados de la física teórica han sido "complicadillos" de descubrir. Durante décadas los científicos han tenido que esperar para ratificar la existencia de partículas, ondas y fuerzas que se encuentran en el universo. Sin embargo, y en tan solo un lustro, los avances tecnológicos han permitido hallar al escurridizo bosón de Higgs y escuchar por primera vez la melodía de las ondas gravitacionales que expulsan dos estructuras masivas en el universo al bailar pegadas, como los agujeros negros o las estrellas de neutrones.

Teresa Rodrigo, directora del Instituto de Física de Cantabria y colaboradora en La Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), y Gabriela González, portavoz del proyecto de investigación de ondas gravitacionales LIGO, fueron testigos de "los dos principales descubrimientos de la física de la humanidad", como los calificó la periodista especializada en ciencia, Mónica Salomone. Ambas doctoras en Física compartieron su experiencia ante un auditorio, de nuevo repleto, en la sesión de despedida del Foro Enciende el Cosmos, organizado por la Fundación CajaCanarias.

La escurridiza letra de nuestro espacio, la pieza que faltaba para que las leyes de la física pudieran explicar la masa de las partículas, llegó el 4 de julio de 2012. El Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN logró completar el modelo estandar de la física de partículas. "Hemos dado un paso enorme en la comprensión del universo", afirmó Teresa Rodrigo durante su intervención, que recordó que la teoría que postulaba este "campo de fuerza", se formuló en los años 60 del siglo pasado.

En última instancia, todo se basa en el desarrollo tecnológico y ambas científicas dieron buena cuenta de ello. Y es que así también empezó la historia de las ondas gravitacionales: hace más de un siglo y con un Albert Einstein empeñado en comprender lo que ocurría en el universo.

"Sus conceptos estaban bien, aunque tenía algunos errores", explicó Gabriela González. Lo que proponía el físico entonces era que durante la fusión de dos objetos masivos se emitían unas ondas que no eran visibles. En los 70, Rainer Weiss aseguró que si se usaban interferómetros en grandes observatorios alargados se podría dar caza a dichas ondas. Weiss fue el año pasado galardonado con el premio Nobel justamente por haber apostado por este descubrimiento. Así, y tras varios intentos, en 2015 se lanzó un LIGO "mejorado". Gracias a la nueva tecnología y, "tras apenas haberlo encendido", dio su primera señal gravitatoria, recordó González.

Ella no lo pudo creer, tampoco nadie de su equipo. "Los científicos somos escépticos por naturaleza y cuando vemos lo que hemos estado buscando durante tanto tiempo, nuestro primer pensamiento siempre se enfoca hacia la comprobación de datos", afirmó González.

Un sentimiento similar recorrió el cuerpo de Teresa Rodrigo cuando presenció por primera vez la partícula de Dios. Lo primero que recuerda fue el "escepticismo" del momento, una incredulidad que fue cambiando a medida que llegaban más y más datos que confirmaban los hechos. "Nos acabamos convenciendo", manifestó Rodrigo.

Pero estos dos grandes descubrimientos son solo el principio. "Hemos dado un paso enorme, pero resulta que queda mucho más por escribir", resaltó de nuevo Rodrigo haciendo alusión a la materia y la energía oscura. "Nos hemos dado cuenta de que esos cientos de galaxias que vemos, no son más que el 5% de todo el universo", explicó. Por esta razón remarcó que "ahora estamos en un momento en el que hay que abrir puertas y ventanas para poder presenciar el siguiente salto en el conocimiento".

Mónica

Salomone

periodista especializada en ciencia

Teresa

Rodrigo

directora del instituto de física de cantabria

Gabriela

González

portavoz del proyecto ligo