España tiene sus propios "chalecos amarillos" -en este caso, camisetas- que, aunque no provocan los mismos incidentes ni generan disturbios, mantienen la tensión en las calles para denunciar lo que consideran un sistema económico y laboral que transmite la precariedad desde la base -los trabajadores más jóvenes- hasta la cúspide de la pirámide demográfica -los pensionistas-.

Unas 400 personas -sobre todo jubilados, pero no solo- salieron ayer a las calles de Santa Cruz de Tenerife para recordar que "las pensiones no se tocan" y sumarse a las movilizaciones convocadas en más de 200 municipios del país. Ramón Afonso, portavoz de la Coordinadora por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, insistió en el "leit motiv" de estas protestas: "No defendemos nuestras pensiones, que ya estamos cobrando, sino las de las generaciones venideras".

Los participantes en la marcha se citaron en la plaza Weyler, de donde partieron para recorrer las calles Méndez Núñez y El Pilar y terminar en la plaza de La Candelaria. Pensionistas, trabajadores y familias -con algún carrito de bebé incluido- corearon consignas como "A ti que estás mirando también te están robando" para recalcar que la causa del colectivo es, en realidad, la de todos. A juicio de los pensionistas, las prestaciones son bajas porque las relaciones laborales son "nefastas". La lucha de los jubilados no se limita a sus pensiones, sino que se inscribe en un "problema estructural" y en una "amalgama" de pérdida de derechos y libertades que, según el colectivo, debe ser revertida.

Si la situación de las pensiones -sometidas a subidas de solo el 0,25% durante los últimos cinco años y cuya cuantía se pretende moderar al vincularla a la esperanza de vida- es objeto de debate en toda España lo es más todavía en regiones que, como Canarias, registran prestaciones más reducidas que la media, algo que se debe, según Afonso, al "modelo económico", imperante en el Archipiélago.