Desde Canarias a Guatemala para hacer realidad el sueño de 200 familias del país centroamericano. Es la génesis y el desarrollo del proyecto huertos orgánicos de Huehuetenango, departamento situado en la región norteña que limita con México. La Asociación Canaria de Cooperación al Desarrollo (Solidaridad Internacional, SI Canarias) ha impulsado allí durante un año (de marzo de 2017 a marzo de 2018) la iniciativa, con la financiación del Gobierno de Canarias y la gestión sobre el terreno de Manos Unidas. Esta primera edición se ha saldado con éxito y ya está aprobada una segunda para el próximo año en otra región.

Los huertos orgánicos han estado liderados por mujeres indígenas. El Gobierno de Canarias aportó los 43.115 euros y "la tercera pata", la Asociación Manos Unidas, ejerció como organización responsable sobre el terreno.

"Ha habido un cambio de mentalidad en la cooperación -apunta un portavoz del programa-, porque ya no se trata del concepto supremacista de ir al país sino que se deposita la confianza en la gente de allí. En este caso para ayudar a esas mujeres y a sus familias a sembrar, cultivar o luchar contra las plagas con un sentido ecológico. Aportarles las semillas de las papas o las judías, bases de la alimentación en la zona".

Esta fuente añade que "España lidera el recorte europeo en ayudas a la cooperación, con un 70% en los últimos años desde la crisis. Hay que recuperar la idea de que sea un acicate para el bienestar de la población local en su propio entorno geográfico y no obligarles a la necesidad de emigrar".

La población beneficiaria es de recursos muy limitados y sobreviven con la agricultura como principal fuente de empleo en zonas rurales aisladas. Ya se han desarrollado con éxito los 200 huertos como estaban planificados. Compromiso, entusiasmo y dedicación son las principales caracteristicas del trabajo en sus huertos las familias beneficiadas.

La base del proyecto ha consistido en la formación en técnicas de agricultura ecológica autosostenible a 20 promotoras que a su vez la han transmitido a las 200 familias seleccionadas, en total 1.600 personas aproximadamente.

La selección de las promotoras se hizo con el apoyo de las autoridades locales y de las beneficiarias, quienes propusieron a las mujeres que consideraron más capaces de realizar el trabajo debido a su colaboración, responsabilidad y saber leer y escribir.

Las promotoras y las familias beneficiarias firmaron un Contrato de Aprendizaje en el cual quedaron fijados los requisitos y compromisos de las partes para la adecuada marcha del proyecto y la consecución de los objetivos.

Esas promotoras han transmitido a las 200 mujeres desde la importancia y beneficios de la agricultura orgánica a los principios básicos de la conservación y la desinfección de suelos y siembra pasando por el cultivo de habas, brócoli, y repollo, la elaboración de fertilizante foliar a base de recursos locales como sauco, hojas de aliso y hierba mora o la elaboración de pesticidas orgánicos a base de ajo, chile y cebolla.

Junto a ello se ha divulgado el uso y manejo de bombas de fumigación o los sistemas de obtención de agua segura para consumo humano y saneamiento del hogar. La capacitación ha propiciado que cada familia sea capaz de desarrollar por sí sola la práctica en su huerto, creando así capacidades locales de autonomía.

Las Promotoras Rurales multiplican los conocimientos adquiridos en la formación con sus vecinas y siempre con la supervisión constante del Perito Agrónomo y la Coordinadora del proyecto.

Cada promotora ha capacitado a nueve familia con acciones en cada vivienda. Impartieron conocimientos teóricos, pero, sobre todo, incidieron en los prácticos.

Algunos resultados

Las beneficiarias siembran su propio huerto, con semillas de excelente calidad, en una extensión aproximada de 100 metros cuadrados, con bajo consumo de agua, sin utilizar agroquímicos y con asistencia técnica constante. Esto supone la mejora de la disponibilidad, consumo y valor nutritivo de los alimentos cosechados, así como el empoderamiento de las mujeres responsables, logrando así objetivos de desarrollo sostenible como la seguridad alimentaria con recursos locales. Las familias ya cuentan con un plan de siembra anual supervisado por las promotoras y los técnicos. Con esto ahorran alrededor del 70% en la compra de hortalizas y verduras para su consumo. Además, las 200 mujeres han mejorado su calidad de vida, salud, nivel de autoestima y empoderamiento social y personal.