El sonido lejano de unos tambores rompió ayer la tranquilidad de una tarde de invierno casi veraniega en la plaza del Príncipe de Santa Cruz. El corazón de la capital chicharrera se vio invadido poco después por cientos de alumnos y profesores del Conservatorio Profesional de Música que quisieron sacar su centro a la calle acompañados de las familias. Entre estas y los curiosos, unas 1.000 personas petaron el recinto como si fuera un prólogo del inminente Carnaval. Algunos preguntaban, incluso, si es que se había adelantado su inicio.

Porque es que muchos protagonistas estaban disfrazados de piratas, el motivo de una jornada de puertas abiertas que bajo el lema La música se mueve organizaron las capitanas del barco: la directora, Cristina Vargas, y la vicedirectora, Eloísa González. Junto a ellas el profesor y batuta de la orquesta de alumnos y docentes, Moisés Évora.

Ni ellos mismos esperaban la respuesta. Ni la de los políticos, ya que acudieron, entre otros, el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, y el alcalde de Santa Cruz. Ni la de los responsables de la Consejería de Educación, con el director general de Formación Profesional y Adultos, Manuel Jorge, a la cabeza. Ni tampoco la de la gente que entre noveleros y paseantes se juntaron para ver el concierto.

La batucada de la percusión había salido media hora antes de la plaza Weyler para recorrer la distancia hasta allí vía calle Castillo. Entraron por Valentín Sanz entre aplausos y vítores. Dentro les esperaban ya las formaciones de viento y cuerda. Todos juntos -más de 300 alumnos y unos 70 profesores de apoyo-, y tras los discursos de rigor, afrontaron la tarea propuesta: hacer música y disfrutar de ella.

El que suscribe debe confesar que tras ocupar su habitual árbol en una esquina del rectángulo, la más cercana a El Toscal, se vio transportado al Carnaval por el ritmo de Queen y su We will rock you. La magia se apoderó de todo y de todos en una tarde de participación, por un lado, y entrega, por otro, siempre con la música de fondo.

Cristina se desgañitaba en su discurso y pedía a la gente que colaborara. Algunos, con maracas improvisadas y la mayoría con sus palmas y un ruido que "queremos que llegue a Garachico", dijo primero; luego "a todo el Archipiélago", y por fin "hasta el infinito y más allá". Tuvo un especial recuerdo para padres, madres y abuelos, así como para los 50 niños de 7 añitos "que están este curso en Iniciación y el próximo elegirán su instrumento". Eso mismo. Como ayer, entre timples, guitarras, trombones, violines... Todas las familias y especialidades del Conservatorio juntas por un día para mostrar a la sociedad lo que hacen en la calle Pedro Suárez.

Ritmo, energía y, sobre todo, música, presidieron una tarde diferente en el centro de Santa cruz. El público estaba tan animado y participativo que la cosa acabó casi como un flashmob. Hasta Bermúdez se animó a anunciar la continuidad en próximos años y en estas fechas previas al Carnaval.

Tarde y escenario ideales; un público entregado y unos artistas que lo dieron todo sobre el escenario del templete de la plaza. Todo perfecto. Es verdad, al menos así fue ayer, que la música se mueve. Como casi gritó Cristina para culminar la jornada: "Por la educación y las enseñanzas musicales. Viva la música"... En la calle.