Cómo estará la confianza en los líderes democráticos que una cuarta parte de los europeos parece dispuesta a delegar en una inteligencia artificial la toma de decisiones sobre la gestión de sus países antes que seguir confiándosela a los políticos. Un 25% de los votantes de Francia, Alemania, Irlanda, Italia, España, Países Bajos y el Reino Unido, sin distinción de género, estatus social o ideología, creen que una máquina gestionaría mejor la cosa pública que sus presidentes y diputados.

Ésta es la sorprendente respuesta que obtuvieron los responsables del Centro de Gobernanza para el Cambio, integrado en la universidad del prestigioso Instituto de Empresa de Madrid, en una encuesta elaborada sobre las respuestas de 2.576 adultos de los países citados. El trabajo está firmado por Diego Rubio y el asturiano Carlos Lastra-Anadón, profesores de esta institución. En realidad, no estaban tratando de medir el grado de desafección política en las democracias occidentales. Querían saber cómo estaban percibiendo los ciudadanos el cambio digital que nos está cayendo encima. La llamada Cuarta Revolución Industrial.

Preferir una máquina a un político, en este contexto, es reflejo del desconcierto que sufren unos ciudadanos muy preocupados por la digitalización y que ven que sus dirigentes no toman la riendas. Aunque en la agenda electoral de los políticos españoles ese tema ni se mencione, el 67% de los europeos cree que la regulación de las nuevas tecnologías es el problema más importante de la UE junto con el cambio climático. Un 56% de los encuestados afirmaron que están "algo" o "muy preocupados" por su futuro; consideran que la robotización de los distintos procesos industriales acabará con su puesto de trabajo. Lo vemos muy negro. Un 40 % de las personas entrevistadas por Rubio y Lastra expresaron su creencia en que, en una década, la empresa en la que ahora están trabajando habrá desaparecido. Además, un 60 % de los encuestados con un título universitario reconocen que en las instituciones educativas donde se formaron no les prepararon suficientemente bien para poder enfrentarse a la gran revolución digital.

Vivimos, por lo que revela esta encuesta, tiempos de desconcierto en los que la ciudadanía demanda a los gobiernos que empiecen a desarrollar nuevas leyes para afrontar el creciente dominio de la inteligencia artificial. El 70% de los ciudadanos opina que, sin no se controlan, las nuevas tecnologías serán más dañinas que beneficiosas. Y la preocupación no sólo se circunscribe a los cambios que se puedan operar en el ámbito laboral o económico. La encuesta también revela que el 68% de los europeos está "preocupado" o "muy preocupado" porque las personas empiecen a abandonar el trato personal y a sustentar su socialización sólo en los intercambios digitales. El poder destructivo de la conversación radicalizada y tribal de las redes sociales también es algo que aflora en este estudio: "Más del 50% de los europeos creen que el contenido político e ideológico debe ser prohibido en las redes sociales con el fin de proteger democracia". Antaño, en algunos bares, para que el negocio no se fuera a pique, se prohibía hablar de política.