En una playa. Ahí comenzó la historia entre Emilia Fernández y José Manuel Rodríguez. Fue en Mesa del Mar, en Tacoronte, cuando el asesino, de 38 años de edad y de nacionalidad venezolana, se fijó casi por primera vez en la chica que mató el pasado miércoles. Hace aproximadamente dos años, este individuo, junto a un amigo, conocieron a dos chicas del pueblo. Una de ellas era precisamente Emilia Fernández, empleada de un comercio situado en el centro del municipio norteño.

Pero un día, según el entorno más cercano del asesino, ambos amigos coincidieron en la playa con las chicas. "Tiene un cuerpo muy bonito", dijo el joven venezolano a su amigo. A partir de ahí comenzó a acudir hasta el lugar de trabajo de Emilia Fernández. Y es que quería ver a esa chica que le impresionó aquel día en la misma playa. "Se hizo amigo de ella y a partir de ahí emprendieron una relación normal de pareja", manifestó un amigo personal del asesino. Pasado el tiempo, Emilia Fernández acogió a este individuo en su casa de La Matanza, aunque bien es verdad que tan solo por unos meses. José Manuel Rodríguez vivía en un coche -un Alfa Romeo descapotable- situado en el interior de un garaje. El asesino apareció por Tacoronte hace ya algún tiempo, deambulaba solo por la zona, pues anteriormente residía con otra mujer en un chalet situado en El Cantillo.

Y todo se tornó gris.- La relación entre la pareja comenzó a tomar un camino impensable para ella. José Manuel Rodríguez era celoso y comenzó a mantener broncas con la víctima. "Llegó a ir hasta la tienda a formar escándalos. Salía de fiesta y luego se la formaba por celos", relató su amigo. O sea, la persona que un día acudió a la playa con el asesino y con el que conoció a dos chicas. José Manuel Rodríguez quería seguir en el pueblo como fuese, a pesar de que tenía impuesta una orden de alejamiento. Cabe recordar que Emilia Fernández sintió el acoso directo por parte de este individuo de unos 38 años de edad. "Recuerdo que un día me dijo que él se mataba antes de ir a la cárcel", manifestó el amigo. Quiere decir, por tanto, que el asesino quería estar cerca de aquella chica que le abrió las puertas, pero que injustamente luego se convirtió en su punto de mira. Hay que decir que una vez que recibió una orden de alejamiento tras las denuncias interpuestas, el asesino dejó de acudir a los bares por donde anteriormente frecuentaba con asiduidad. Se trataba de una persona que bebía y que, por otro lado, llegó a ser conocido como un supuesto distribuidor de droga "al menudeo", según coinciden todos en este municipio del norte de la isla de Tenerife. Pero todo indicaba que algún día podía suceder lo peor. Y desgraciadamente así fue.

La amenazó en un juicio.- El asesino se dirigió a la chica durante un juicio celebrado hace ya algún tiempo y le dijo que no iba a estar tranquilo hasta matarla, explicaron a este periódico sus familiares. Aún así, tanto sus más allegados como algunas de las amistades no llegaron a pensar nunca el hecho de que su ex pareja, pese a los intentos, decidiera poner fin a la vida de esta joven e humilde trabajadora. "Yo nunca pensé que iba a acabar haciendo esto", dijo el amigo del asesino, que, a su vez, mantenía también una relación de amistad con Emilia Fernández. Al final, el hombre celoso decidió matar a su ex pareja, pero antes de ir a la cárcel, optó por quitarse la vida junto a ella. Ya había dicho que se mataría antes de ir a prisión.

Conflictivo.- José Manuel Rodríguez era un hombre conflictivo y agresivo. De hecho, el asesino de Emilia Fernández llegó a protagonizar una reyerta multitudinaria en el pueblo. Las fuentes aseguran, además, que el individuo bebía, y que no se callaba nada. Es decir, "le llamaba la atención a cualquiera", afirmó su amigo.

En uno de los bares de la zona relataron igualmente que José Manuel Rodríguez se dejaba ver, aunque poco a poco se fue alejando. "Era agresivo, impulsivo", aseveró un empleado del establecimiento. En otro local, aunque de reciente apertura, conocían al asesino puesto que "por aquí vino alguna vez. Pedía un vino y se marchaba", explicaron en este otro bar de la zona.

Un final trágico.- Todo acabó en una muerte. José Manuel Rodríguez esperó la noche del pasado miércoles a que Emilia Fernández finalizara su jornada laboral para acuchillarla. Fue en un párking próximo al comercio donde trabajaba. El asesino decidió luego poner fin también a su vida. El pasado viernes tuvo lugar el entierro de la tinerfeña, una joven de 34 años querida por todos, reservada pero con humor. Sus familiares no dan crédito a lo ocurrido. Un nuevo capítulo de violencia machista.