Con la detención de los hermanos Russo se ha asestado un duro golpe a la Camorra, al descabezar uno de los más importantes clanes del crimen organizado en la región de Nápoles, y ahora se busca a otros dos grandes capos que siguen huidos Michele Zagaria y Antonio Iovine, de los Casalesi.

La lucha contra la Camorra, la mafia que domina Nápoles y su región, Campania, dio el pasado fin de semana un importante paso con la detención de Salvatore, Pasquale y Carmine Russo, que desde la clandestinidad dirigían la familia que lleva su nombre y que controlaba las actividades ilegales de la zona de Nola.

Salvatore, de 51 años, fue el primero en caer, cuando el sábado la policía irrumpió en la que parecía una tranquila granja en Somma Vesuviana, una localidad cercana a Nola. Russo, que volvía de caza, fue sorprendido en su escondite: un túnel que había excavado tras una de las paredes de la cocina y en el momento de la detención estaba armado con un fusil y una pistola, pero no mostró resistencia.

Al día siguiente, los carabineros (policía militar) asestaban el golpe final al clan, al detener en la provincia de Avellino a su hermano Pasquale Russo, de 62 años. Los carabineros irrumpieron a primeras horas de la mañana en la vivienda de la localidad de Sperone (Avellino), donde se escondía el jefe camorrista, y durante la operación fue detenido también otro de los hermanos Russo, Carmine, de 47 años,

Pasquale Russo estaba al igual que su hermano Salvatore en la lista de los treinta fugitivos más peligrosos del país y estaban huidos de la Justicia italiana desde los primeros años de 1990. Sobre ambos recaen varias condenas de cadena perpetua por pertenencia al crimen organizado y por una larga lista de homicidios y ocultación de cadáver.