Los equipos de rescate, integrados por soldados, bomberos y civiles, trabajan sin descanso en la búsqueda de supervivientes tras el seísmo de 7,1 grados que azotó ayer la provincia china de Qinghai y que ha causado al menos 617 muertos y 10.000 heridos.

"Las últimas estadísticas señalan que hay 313 personas desaparecidas y 9.110 heridos, de los cuales 970 se encuentran en estado grave", dijo el portavoz del cuartel general de rescate en la prefectura autónoma tibetana de Yushu, donde se localizó el epicentro del terremoto.

Desde esta mañana se han producido al menos 750 réplicas, las mayores de una magnitud de 6,3 grados, informaron las fuentes.

Los medios chinos aseguran que muchas personas siguen enterradas bajo los escombros, por lo que las víctimas pueden aumentar a medida que las operaciones de rescate se intensifican y detallaron que "al menos 66 estudiantes y 10 profesores han fallecido.

En la ciudad de Jiegu (en tibetano denominada Gyegu), una de las zonas más afectadas por el seísmo y donde se encuentra el gobierno del distrito, "casi 2.000 soldados, policías y bomberos trabajan en operaciones de búsqueda y salvamento", apuntó el portavoz.

Añadió que "más equipos de rescate que se dirigen a la ciudad", que tiene una población de 100.000 personas.

Muchos supervivientes tuvieron que permanecer anoche a la intemperie, con unas temperaturas mínimas de dos grados centígrados, mientras que otros buscaron refugio en edificios no afectados por el terremoto, destacó el periódico "Nuevo Pekín".

Un total de 15.000 viviendas han quedado destrozadas y 100.000 personas han sido evacuadas, tras el seísmo, cuyo epicentro se localizó a 33 kilómetros de profundidad en el distrito de Yushu, en un área con una altitud de más de 4.000 metros.

"Las bajas temperaturas, la gran altitud, los fuertes vientos y las réplicas dificultan los esfuerzos de rescate", según Hou Shike, jefe adjunto del Equipo Internacional de Búsqueda y Rescate.

Jiegu está situada en una zona remota y el seísmo provocó importantes deslizamientos de tierra que dañaron las carreteras, incluida la que lleva al aeropuerto, lo que también dificulta las tareas de rescate y el envío de maquinaria a la zona.

Por el momento, el Gobierno chino ya ha anunciado que ha destinado 29,3 millones de dólares en ayuda.

El presidente de China, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, han pedido el máximo esfuerzo para salvar vidas y ofrecer asistencia a las víctimas.

El viceprimer ministro chino, Hui Liangyu, que se ha desplazado a la zona del sismo, advirtió que "hoy y mañana son días cruciales para buscar y rescatar a los supervivientes y trasladar a aquellos que están heridos gravemente".

El de ayer fue el terremoto más fuerte en China después del seísmo de mayo de 2008, que sacudió el norte de la vecina provincia de Sichuan y que causó unos 90.000 muertos y desaparecidos.