La fiscalía de la ciudad alemana de Ingolstadt, en el sur del país, anunció hoy el cierre del sumario por falta de pruebas contra el dimitido obispo de Augsburgo Walter Mixa, hasta ahora sospechoso de pederastia por presuntas prácticas sexuales con menores de edad.

"Las sospechas por presuntos abusos sexuales no se han confirmado", dijo el fiscal superior Helmut Walter al anunciar que daba carpetazo al sumario contra el obispo, que presentó su dimisión ante el Vaticano el pasado 21 de abril por otras causas, concretamente por malos tratos a menores.

Estas últimas acusaciones se vieron hoy confirmadas por el investigador independiente responsable de estudiar el caso Mixa, Sebastian Knott, quien explicó hoy a la prensa que en su época de párroco el obispo golpeó brutalmente a puñetazos y con palos a menores.

El Papa Benedicto XVI aceptó la dimisión del obispo el pasado 8 de mayo, después de que varios afectados presentaran sendas declaraciones juradas en las que acusaban a Mixa de haber propinado palizas brutales a los niños de un orfanato cuando era párroco de la pequeña localidad de Schrobenhausen.

Knott relató ante los medios que, durante las entrevistas celebradas con víctimas de los malos tratos de Mixa, muchos de ellos, adultos hoy, rompieron en lágrimas cuando contaban sus experiencias personales.

"Decía con frecuencia frases como: tienes el demonio en el cuerpo y te lo voy a sacar", explicó Knott, quien comentó que el entonces párroco Mixa era jaleado por las monjas del orfanato con gritos de "dale, dale duro".

Las acusaciones de pederastia contra el obispo surgieron la pasada semana por parte de un denunciante anónimo del obispado de Eichstätt, donde Mixa fue obispo entre 1996 y 2005, e inmediatamente pasaron a ser investigadas por la fiscalía.

Walter Mixa, que vive retirado desde su dimisión, rechazó tajantemente esas acusaciones de pederastia y defendió su inocencia, que ahora ha sido confirmada por la fiscalía.

El revuelo en torno a Mixa se desató con las primeras acusaciones de haber propinado palizas brutales a menores en un hospicio de Schrobenhausen, de donde fue párroco entre 1975 y 1996.

A estas informaciones siguieron otras, relativas a malversación de fondos de una fundación local y, finalmente, la apertura de sumario por presuntos abusos sexuales a un muchacho, en Eichstätt.

La prensa alemana ha informado de que en esos tiempos en Eichstätt, el obispo solía invitar a seminaristas a sus estancias privadas, a los que proponía compartir una sesión de sauna.

El ya ex obispo de Augsburgo y obispo militar del Ejército Federal se había permitido al inicio del escándalo por pederastia en instituciones católicas atribuir los abusos por párrocos católicos a la revolución sexual de los años 70 y 80.

Más controvertidas aún fueron unas declaraciones en que trazaba un paralelismo entre el aborto y el Holocausto, cuestión que provocó una protesta del Consejo Central de los Judíos de Alemania.

Las progresivas sospechas sobre Mixa han sacudido la Iglesia de Baviera, el estado más católico y tradicionalista de Alemania, además de región natal del Papa Joseph Ratzinger.

Por otro lado, el debate sobre los abusos sexuales dio hoy lugar a un escándalo en las Jornadas Ecuménicas que celebran conjuntamente en Múnich las iglesias católica, evangélica y ortodoxa, donde una iniciativa de víctimas interrumpió un acto sobre el conflictivo tema.

Los protagonistas de la protesta, en un pabellón con más de 6.000 personas, lanzaron octavillas con fotos de víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos católicos y profirieron gritos cuando intervenía el representante de la Conferencia Episcopal Alemana, Stephan Ackermann, responsable de estudiar los abusos sexuales.

En el mismo acto el director del colegio berlinés Canisius, donde en enero se destaparon los primeros casos de pederastia, el padre jesuita Klaus Mertes fue ovacionado por los asistentes al exigir el sacerdocio para las mujeres y el fin del celibato obligatorio. EFE

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