El difícil acceso a áreas aisladas por montañas de tierra y piedras ralentiza el rescate de las víctimas de la tragedia causada por las lluvias de esta semana en el estado brasileño de Río de Janeiro que dejó al menos 524 muertos.

Tras la recuperación de medio millar de cadáveres entre el miércoles y el jueves, los cerca de 1.000 hombres que participan en las tareas de rescate avanzaron hoy con dificultades hacia áreas en donde numerosas viviendas fueron sepultadas por los deslizamientos de tierras y en donde hay un número de desaparecidos aún indeterminado.

"Sabemos que aún hay muchos cuerpos, pero estamos dándole prioridad en este momento al rescate de los sobrevivientes y rezando para que pare de llover", dijo David Massena, secretario de Comunicación de Nueva Friburgo, una de las mayores ciudades de la Región Serrana de Río y de las más perjudicadas por los temporales.

"Aún hay barrios aislados a donde los socorristas no han llegado. Otros están con difícil acceso pero conseguimos llegar en la medida de lo posible", agregó el funcionario.

Según los últimos balances divulgados por los municipios más afectados, las inundaciones y principalmente los deslizamientos de tierra, que sepultaron numerosas viviendas construidas en las faldas de las montañas, provocaron 232 muertes en la ciudad de Nueva Friburgo, 228 en Teresópolis, 41 en Petrópolis, 19 en Sumidouro y 4 en Sao José do Vale do Rio Preto.

Por el número de víctimas se trata una de la segunda mayor tragedia natural en la historia de Brasil, apenas superada por la provocada por las inundaciones de enero de 1967, cuando las víctimas llegaron a 785.

La situación también se viene agravando por la difusión de rumores sobre la supuesta ruptura de una represa y de saqueos generalizados.

Pese a que rumores sobre supuestos saqueos también han generado pánico y han sido desmentidos por las autoridades, en algunos casos, principalmente en las áreas más aisladas, han sido verdaderos, según pudo constatar en diálogo con personas que viven en barrios periféricos y que se niegan a dejar sus hogares.

A la crítica situación también han contribuido las dificultades que han tenido las concesionarias para restablecer totalmente los servicios de energía eléctrica, suministro de agua y telefonía.

Tras cuatro días de rescates, algunas regiones seguían con estos servicios interrumpidos y el agua apenas llegaba en camiones cisterna, hasta el punto que el propio Gobierno presionó hoy a las concesionarias, principalmente a las telefónicas, para que aceleraran los trabajos de reparación de la infraestructura.