La Sección Quinta de la Audiencia Provincial tinerfeña celebró la vista oral contra un súbdito indio para el que el Ministerio Fiscal solicita siete años de prisión, al considerar que es autor de un delito contra los derechos de los trabajadores, e introduce el subtipo agravado de lucrarse con dicha acción. Los hechos ocurrieron en 2008, cuando en los apartamentos Orlando, de Playa de las Américas, residía el acusado junto a otras personas que, según declararon -detrás de un biombo al ser testigos protegidos-, habían contactado en India con una persona que les había dado el nombre, la dirección y el teléfono del procesado.

Asimismo, aseguraron que una vez en la Isla, el acusado, por 550 euros, les daba alojamiento y por otros 550 euros pagaban la comida. Como gastos extras, según aseguraron los testigos y afectados, se les llegara a pedir 300 euros por empadronar a cada uno de ellos, aunque no fueron empadronadosn ni se les consiguió trabajo ni el procesado se encontraba en buena posición económica ni estaba legal en España, por lo que las declaraciones de los testigos dejaban algunas lagunas, como el hecho de que se les dejara salir cuando quisieran, tenían en su poder sus pasaportes y, además, si querían marcharse lo podían hacer, tal y como hicieron dos de ellos.

Al parecer, según fuentes cercanas al caso, el procesado no tiene cuentas bancarias y es su familia en India la que recibe algo de dinero. Tampoco contaba con un trabajo estable, ya que no tenía regularizada su situación en el país y solo trabajaba durante poco tiempo en una tienda de tabaco y bebida de un conocido.

A los testigos protegidos no se les distorsionó la voz al haber convivido con el acusado, quien los reconoció por sus nombres. Se da la circustancia de que el primero de los testigos en declarar es precisamente la persona con la que contactaban los otros para que les prestara dinero y que les ayudaba para viajar desde India al Sur de la Isla en busca de trabajo y tramitar papeles. Al inculpado lo acusaban los testigos de ser el contacto en Tenerife de una organización, extremo que no pudo ser probado.