El contratista estadounidense que supuestamente trabaja para la CIA y que mató a finales de enero a dos personas en Pakistán, Raymond Davis, fue liberado hoy a cambio de una indemnización para las familias de las víctimas.

El ministro de Justicia de la provincia oriental de Punyab -cuya capital es Lahore-, Rana Sanaulá, anunció a los medios paquistaníes que Davis fue absuelto por la misma corte que tan solo horas antes lo había procesado por el doble asesinato.

Consultado por Efe, un abogado del Tribunal Superior de Lahore, Mohamed Nisar Safdar, aseguró que los familiares declararon ante la corte que "perdonaban" al individuo tras recibir una "indemnización" (o "diya", en la tradición jurídica islámica) de 200 millones de rupias (2,34 millones de dólares al cambio de hoy).

Los medios paquistaníes manejaron diferentes cifras y algunos aseguraron que los familiares recibieron viviendas, visados o que incluso abandonaron Pakistán.

Safdar añadió que en los círculos legales ya se da por sentado que Davis ha abandonado el país.

"Las familias de las víctimas del suceso del 27 de enero en Lahore han perdonado a Raymond Davis. Estoy agradecido por su generosidad", confirmó en un comunicado el embajador de EEUU en Islamabad, Cameron Munter.

Tras lamentar el "sufrimiento" que causó el episodio y expresar su "respeto" por el pueblo paquistaní, Munter anunció que el Departamento de Justicia de EEUU ha abierto una investigación sobre el suceso.

Otro abogado paquistaní, Shahzad Akbar, recordó que cuando se plantea la opción de la "diya" o indemnización (también conocida como "dinero de sangre"), la corte tiene la potestad de decidir si la acepta y absuelve al individuo, o si sigue adelante con el proceso judicial.

"Solo el juez puede aceptarlo. Y se lo tienen que pedir en persona" los familiares de las víctimas, detalló.

El pasado día 27 de enero, Davis mató "en defensa propia", según su alegación, a dos motoristas en pleno corazón de Lahore, la capital de Punyab, tras lo cual un vehículo estadounidense acudió al lugar de los hechos y atropelló a otro paquistaní.

La Policía pronto acusó al norteamericano, cuya identidad fue motivo de controversia durante semanas, de matar a los motoristas "a sangre fría". El suicidio de la viuda de uno de ellos alimentó la polémica.

Desde finales de enero, las páginas de los diarios se llenaron de análisis legales sobre si a Davis le asistía inmunidad diplomática o no, asunto sobre el cual debía decidir el Tribunal Superior de Lahore, que hace dos días le pasó la "patata caliente" a la corte inferior que instruía el caso penal.

En declaraciones hace tres semanas, una fuente del ISI describió a Davis como un "contratista" implicado en el espionaje norteamericano de grupos insurgentes.

La fuente deslizó que habrá "un antes y un después" en las relaciones entre ambas agencias, clave en la lucha antiterrorista, pero no descartó que Davis fuera liberado.

Otras fuentes de inteligencia y seguridad consultadas convinieron en que el contratista sería finalmente entregado y en que para ello era necesario un acuerdo entre los dos servicios de inteligencia.

Se cierra así una crisis que ha puesto en un brete al gobernante Partido Popular (PPP), del presidente Asif Alí Zardari, acorralado por la presión islamista y las exigencias de EEUU, uno de sus principales aliados políticos y económicos.

La tensión fue tal que en la remodelación de Gobierno que impulsó Zardari en febrero se prescindió del hasta entonces titular de Exteriores, Shah Mehmud Qureshi, quien dudaba de que Davis tuviera inmunidad diplomática.

"Hago un llamamiento a las autoridades para que sean transparentes", reaccionó hoy el antiguo ministro en declaraciones a la cadena "Express".

La ''historia de espías'' ha pulsado además algunas de las neurosis más extendidas en un país acostumbrado a las teorías de la conspiración y al poder de los servicios secretos, algo que incluso se refleja en la literatura de las últimas décadas.

Los grupos en la órbita islamista han aprovechado para agitar el resentimiento popular y el antiamericanismo, en un momento delicado para un Ejecutivo débil y ahogado por la economía y las crisis políticas provinciales.

El caso Davis y la polémica por las leyes antiblasfemia, que desembocó en los asesinatos del gobernador de Punyab, Salman Tasir, y del ministro de Minorías, el cristiano Shahbaz Bhatti, han creado durante las últimas semanas una atmósfera ideal para que los grupos religiosos, históricamente minoritarios en el Parlamento, saquen tajada.