La Sección Quinta de la Audiencia Provincial tinerfeña ha condenado a cada uno de los cuatro acusados de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y otros cinco de homicidio imprudente a 18 años y medio de cárcel para cada uno de ellos. Esta fue la travesía del horror y la muerte para cinco personas que emprendieron un viaje en condiciones infrahumanas.

La sentencia a la que ha tenido acceso EL DÍA relata que David S., Boubacar S., Bouba T. y Pathe D. y un menor de edad que ha sido puesto a disposición de la jurisdicción competente se pusieron de acuerdo para comandar un cayuco con el fin de transportar desde mauritania hasta La Gomera, concretamente hasta Playa de Santiago, a 70 personas, de las que 55 llegaron vivos, cuatro fallecieron y un quinto murió en el hospital de la Isla Colombina debido a las malas condiciones del viaje, a la precariedad de la embarcación, a que carecían de chalecos salvavidas y bengalas y a la falta de comida y agua, que se les acabó al poco de comenzar la travesía.

El cayuco llegó a tierra el 11 de julio de 2008 y de los 59 inmigrantes que llegaron nueve fueron ingresados en hospitales de Tenerife y La Gomera debido a la deshidratación e hipotermia que sufrían. Los ocupantes carecían de documentación.

Las cinco muertes

Las cinco muertes son imputables a la actuación negligente de los acusados, ya que según un testigo protegido "a los dos días de la salida se acabó el agua y a los tres días se acabó la comida", lo que sumió al pasaje en un notable debilitamiento y deshidratación. El citado testigo llegó a La Gomera en un estado de inconsciencia y tuvo que ser ingresado en el hospital.

El Ministerio Fiscal imputó las muertes de los cinco pasajeros a la actuación de los acusados, calificándola de homicidio imprudente, ya que las condiciones en que se desarrolló el viaje no eran las adecuadas y la capacidad de dicha embarcación -utilizada para pesca de bajura- no permitía emprender un viaje de estas características con una sobrecarga de personas que ponía en riesgo sus vidas.

Asimismo destaca la Sala que se notaba el mejor estado de salud que presentaban los acusados frente a los demás tripulantes, pese a que negaron en todo momento ser los patrones o haber manejado la embarcación, excepto D.S., que afirmó que entregó una moto como pago del viaje, mientras que Bouba T. dice que pagó 200.000 francos, que al cambio son unos 300 euros, mientras que Boubac dice que pagó 250.000 francos.

"Llama pues la atención de la Sala que ninguno de los acusados se percatase de la evidente inanición del pasaje. Ninguno oyó gritos de auxilio, ninguno vio a nadie dirigir la embarcación y que no vieron nada", lo cual según el Tribunal no es cierto. A uno de los acusados alguno de los testigos protegidos lo vio arrojar a gente al agua, pero se desconoce si viva o muerta. Otro testigo protegido aseguró que "vio atar a una persona pero fue para evitar que se tirara al agua".