El derrumbe de tres edificios de oficinas causó al menos tres muertos y dejó 16 desaparecidos en el amasijo de escombros en el que acabó una manzana entera en pleno centro de Río de Janeiro, donde hoy se afanaban los equipos de rescate.

Seis personas fueron atendidas en el hospital Souza Aguiar, tres de ellas recibieron el alta y las otras tres continuaban internadas en la tarde de hoy, pero ninguna con pronóstico grave, según afirmaron las autoridades brasileñas.

El accidente ocurrió alrededor de las 20.30 (22.30 GMT) del miércoles, en un momento en el que la zona céntrica de Cinelandia se encontraba prácticamente vacío, lo que evitó una tragedia de grandes dimensiones.

"Menos mal que la tragedia no fue en hora punta en el corazón del centro de Río. Esta tragedia podía haber tenido dimensiones mucho más graves si hubiese ocurrido horas antes", dijo el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral, en declaraciones a la radio CBN.

Se hundieron un viejo edificio de 20 plantas, otro de diez y un tercero de pequeñas dimensiones y cinco pisos en la céntrica calle Treze de Maio por causas aún no aclaradas, pero que podrían estar relacionadas con problemas estructurales de la construcción más alta, según dijeron portavoces del Cuerpo de Bomberos.

La imagen de cuatro excavadoras trabajando en las montañas de escombros, envueltas en una nube de polvo y humo, contrastaba con el paisaje de edificios solariegos de la zona, donde destaca el majestuoso y centenario Teatro Municipal, a pocos pasos del lugar de la tragedia.

El derrumbe ocasionó un escape de gas que dio paso a un pequeño incendio, en el que ardieron papeles, cortinas, moquetas y alfombras de las oficinas, según dijeron los bomberos, que controlaron el fuego que todavía hoy dejó un rastro de humo.

La Treze de Maio es una calle pequeña y peatonal que en el horario de expediente laboral se convierte en una de las vías más bulliciosas de la ciudad, en un hervidero de miles de personas que transitan entre decenas de puestos ambulantes de comida y baratijas.

La vecina plaza de la Cinelandia, tradicional escenario de manifestaciones a favor de la democracia en los años ochenta, se convirtió hoy en el lugar de encuentro de los familiares de las víctimas y también de los trabajadores de la zona, que no pudieron acceder a sus oficinas.

Rosangela Camacho, dueña de una tienda de productos naturales en uno de los edificios siniestrados, explicó que estaba preocupada por varios de sus clientes y conocidos que trabajaban en el predio vecino y no sabe si alguno de ellos está desaparecido.

"Hoy no ha venido a trabajar nadie, ¿dónde se va a trabajar? si no quedó nada en pie. Está todo en ruinas", afirmó la mujer, que se acercó al centro a ver los trabajos de desescombro del edificio donde también trabajaba su marido, dueño de una tienda de informática.

Varios testigos afirmaron que un grupo de trabajadores de una oficina asistía a una clase de informática en el momento del siniestro y se cree que constituyen la mayoría de los desaparecidos.

Un obrero, identificado como Alexandro da Silva Fonseca Santos, aseguró que salvó la vida porque se encontraba en un ascensor, cuya estructura aguantó y le protegió del desplome del edificio.

El alcalde de Río, Eduardo Paes, informó que prácticamente se ha descartado la hipótesis de que el accidente haya sido causado por una explosión de gas.

La causa más probable, según dijo Paes y corroboraron los bomberos, fue un problema de estabilidad en la estructura del edificio de 18 plantas, que era antiguo, construido hace unos 70 años, según el historiador Milton Teixeira.

Dos plantas de ese edificio estaban en obras, que carecían de permiso oficial, según dijeron las autoridades locales, que sospechan que los trabajos podrían haber afectado a la estructura.

Una persona que trabajaba en el edificio, Víctor Ferreira, afirmó que de sus 35 compañeros de oficina, seis se quedaron en la empresa por la noche y que alguno tenía que tareas que hacer hasta tarde.

"Es una tragedia anunciada, era de esperar", dijo Ferreira, quien reveló que era "frecuente" escuchar el ruido que hace el yeso del revestimiento al desprenderse de la fachada.

Un destacamento de cerca de 70 bomberos, apoyados por varios órganos de seguridad y de conservación urbana, trabajan en el lugar desde el momento del siniestro en la búsqueda de posibles víctimas y en la retirada de las toneladas de escombros, una labor que todavía no tienen fecha para concluir.