Las exploraciones con georradar realizadas en los dos últimos días por ingenieros del Ejército de Tierra y agentes de la Guardia Civil en fincas propiedad de R.V., el único imputado en la desaparición de María José Arcos, han concluido sin que se hayan encontrado evidencias de que allí fuese enterrada.

Fuentes de la investigación indicaron hoy a EFE que los últimos rastreos en fincas de los municipios pontevedreses de Tenorio y Cotobade detectaron cambios de textura en el terreno, aunque ahora queda pendiente el análisis en laboratorio de las muestras tomadas.

María José Arcos, vecina de Santiago de Compostela, desapareció en Corrubedo (La Coruña) en agosto de 1996, cuando tenía 35 años.

Su expareja sentimental, R.V., es el único imputado en el caso, en el que su representación legal solicita el archivo de la causa en base a que "no hay datos objetivos ni nada en absoluto" en contra de su patrocinado.