Las autoridades indonesias destituyeron hoy al director y al jefe de seguridad de la penitenciaría de Kerobokan, en la turística isla de Bali, donde los presos se amotinaron el martes pasado.

El director de la cárcel, Bowo Nariwono, llevaba en el cargo desde enero y será sustituido por Gusti Ngurah Wiratna, antiguo responsable de la prisión de Karangasem, la segunda de Bali, según fuentes del Ministerio de Justicia citadas por los medios locales.

El otro funcionario destituido es Anang Huzaimi, jefe de seguridad de ese presidio situado a 20 minutos del aeropuerto de Bali y a 7 kilómetros de la turística población de Kuta.

Las cambios se produjeron durante la visita que efectúa hoy al penal el director general de penitenciarías, Sahibudin.

Karangasem se encontraba esta jornada en calma, los disturbios parecen haber amainado en el interior y el número de las fuerzas de seguridad que rodean el recinto ha disminuido.

No obstante, centenares de agentes continúan apostados en el exterior de la prisión y en las carreteras de acceso.

Las instalaciones han sufrido numerosos desperfectos causados por los disturbios y desde fuera se ven ventanas rotas, zona quemadas y partes destrozadas de la alambrada de espino que las rodea.

Las autoridades permitieron hoy a familiares y amigos de los reclusos parapetados en el interior que llevasen comida a los internos.

Los incidentes comenzaron el martes por la noche a partir de una reyerta entre varios presos a raíz del apuñalamiento de un compañero unos días y en poco tiempo se organizó un motín que les permitió hacerse con el control de la prisión.

El miércoles por la mañana, las autoridades recuperaron el control del centro con la intervención conjunta de policías y soldados, pero lo volvieron a perder por la noche en un rebrote de violencia.

El jueves, se evacuaron a las mujeres y extranjeros que cumplen condena por temor a que los amotinados los utilizasen como rehenes, pero por la noche algunos fueron devueltos porque lo habían solicitado.

Un total de 60 extranjeros y 125 mujeres se encontraban antes del motín en la cárcel, con capacidad para 300 reclusos pero que alberga a 1.015.

En Kerobokan conviven delincuentes comunes, asesinos, traficantes de drogas y pederastas.