Una operación conjunta de la Policía Nacional y los Mossos d''Esquadra ha permitido desarticular una banda de atracadores, integrada por seis miembros de una misma familia, a la que se atribuyen diez asaltos con violencia a oficinas bancarias y a sus clientes.

Según han informado ambos cuerpos policiales, la operación se ha saldado con la detención de cinco personas y la identificación de una sexta con lazos de parentesco -padre, hijo y primos-, todas ellas de origen chileno y con numerosos antecedentes policiales y reclamaciones judiciales.

A la organización se le atribuyen una decena de asaltos -"cogotazos" en la jerga del hampa- cometidos en distintos puntos de la geografía española, ya que la banda escogía para sus robos localidades donde no habían sido previamente identificados, en ocasiones empleando armas blancas o de fuego para atemorizar a las víctimas.

La investigación que ha conducido a la desarticulación de esta banda se inició en octubre de 2010, a raíz del atraco a una sucursal del Banco Santander en Valladolid, donde los detenidos se hicieron con un botín de 74.000 euros en efectivo.

La policía constató que la banda era también la autora de varios robos cometidos en Oviedo, Granada y Málaga, pero no pudo actuar contra ella porque sus integrantes habían huido a su país de origen.

El pasado mes de noviembre, se constató que los atracadores habían regresado a España y habían reanudado sus actividades delictivas en localidades del área metropolitana de Barcelona, como Viladecans, Cornellà de Llobregat y Barberà del Vallès.

La organización, afincada en Barcelona ciudad, se desplazó desde la capital catalana a Andalucía, donde supuestamente cometió varios delitos, entre ellos el asalto a un cliente de una entidad financiera de Málaga al que arrebataron los 120.000 euros que acaba de sacar del banco.

Los miembros de la banda, de entre 19 y 53 años, fueron detenidos el pasado 26 de febrero en un restaurante de la Rambla Prim de Barcelona.

Los supuestos atracadores planificaban minuciosamente sus asaltos eligiendo la sucursales en función de las medidas de seguridad, su proximidad a vías rápidas de comunicación para poder huir y la afluencia de clientes.

Una vez seleccionada la entidad bancaria, uno de los miembros de la banda entraba en la oficina, simulando ser un cliente, para localizar al objetivo y seguirlo hasta el exterior, donde la víctima era abordada violentamente por sorpresa y, en caso necesario, intimidada con armas.

En los registros de los domicilios de los detenidos se intervinieron 10.000 euros en efectivo, dos vehículos, siete teléfonos móviles, documentación falsificada, una pistola de fogueo, armas blancas, varias piezas de ropa y piezas de disfraces utilizados en los atracos.

Tres de los detenidos han ingresado en prisión provisional y dos han quedado en libertad con cargos.