El juicio contra Darren James Spastead por supuestamente tirar por la borda de un barco turístico a un compatriota británico de 21 años continuó en la jornada de ayer con la declaración de varios testigos. La aportación más relevante fue la de las hermanas Kate y Lucy, que iban en la embarcación "Batros" el 7 de noviembre de 1996. Según la primera de ellas, que estaba en el lugar de los hechos, fue el acusado quien cogió por las rodillas a la víctima para lanzarla por la borda. Además, ambas hermanas coinciden en que el día después del suceso, Darren y un amigo se encontraron con ellas en su hotel y fueron a tomar unas copas. En esa reunión, Darren contó a Lucy lo que había ocurrido y, además, ante las preguntas de esta de si no se sentía culpable, aseguró que "no tenía remordimientos, porque (el fallecido, Garry Robertson Walton) se lo merecía". Aunque supuestamente no lo conocía de nada. En dicho encuentro, Darren pidió a las dos chicas, que en ese momento tenían 17 años (Kate) y 14 (Lucy), que guardaran silencio sobre lo ocurrido. Y esas palabras tuvieron supuestamente su repercusión en ambas adolescentes, pues durante 10 meses permanecieron calladas y atribuyeron la muerte a un accidente.

Kate y Lucy argumentaron que en sus primeras declaraciones ante la Guardia Civil, el Juzgado de Granadilla y las autoridades británicas hablaron de una caída por su juventud, ingenuidad, así como por hallarse en un país que no era el suyo, donde no conocían el idioma y carecían de traductor. Y ambas se sintieron intimidadas por las palabras de Darren.

Un aspecto que ayer quedó claro es la falta de un traductor fiable en la primera declaración prestada por cinco británicos (incluidos el procesado y las dos testigos citadas) en el cuartel de la Guardia Civil de Las Américas. Supuestamente fue un holandés quien efectuó la traducción de sus manifestaciones, pero ni la Policía Judicial ni los testigos interrogados quedaron satisfechos de su labor. Por aquel entonces, las fuerzas de seguridad no tenían asignados traductores.

Lo cierto es que faltó muy poco para que el ahogamiento de Garry pasara por accidente y cayera en el olvido. Fue el 9 de septiembre de 1997, cuando Kate ofrece una versión radicalmente nueva donde implicaba a Darren como supuesto autor del hecho. Su hermana Lucy explicó que ese cambio se debió a que "no podíamos vivir con lo que sabíamos y teníamos que decir la verdad".

Una de las principales líneas de acción del abogado de Darren fue por qué no manifestaron esa versión desde el principio, sino casi un año después. Además, para el letrado defensor la justificación de la intimidación del acusado no tiene razón de ser, entre otras cosas porque su cliente abandonó Tenerife el 9 de noviembre de 1996 y las dos hermanas volvieron a declarar ante el Juzgado número 2 de Granadilla el día 13 de ese mes. Lucy contestó a una de esas críticas de la Defensa con un: "¿Qué importa el tiempo? Lo que importa es contar la verdad". Y añadió después que "no tengo ninguna razón para mentir".

Tras la declaración de Kate 10 meses después del suceso, la madre del ahora procesado supuestamente acudió a su domicilio para solicitarle que cambiara su versión del hecho.

Como suele ocurrir en muchos de estos casos, las primeras declaraciones son fundamentales para esclarecer determinados delitos o encaminarlos bien. Una dotación de la Policía Judicial de la Guardia Civil con base en Las Américas esperó al barco en Los Cristianos. En ese momento, dos guías turísticos señalaron a Darren, un amigo de este, Kate, Lucy y a otro británico más como las personas que estuvieron por última vez junto a Garry antes de caer al agua. Ya desde ese instante, los agentes reciben la información de que el joven Garry Walton ha podido ser tirado por alguien. Por eso, las citadas personas fueron separadas del resto del grupo y trasladadas hasta el cuartel de Las Américas para declarar. Sin embargo, tal y como manifestó ayer el entonces jefe del Equipo de Policía Judicial, todos estaban muy borrachos y no fue posible sacar una conclusión clara de que había sido un homicidio, entre otras cosas, por la falta de fiabilidad en la traducción. Otro agente que entonces formaba parte de la Policía Judicial reconoció que acudió a Puerto Colón (Adeje) para hacer la inspección ocular del cadáver, que no tenía signos de violencia, es decir de haber recibido golpes, pero tampoco restos en las uñas de haber ofrecido resistencia alguna. Además, debido al elevado grado de embriaguez de la víctima, consideró muy probable que resultara sencillo tirarlo por la borda si lo levantaban por las rodillas. Respecto al comportamiento en el cuartel, dicho guardia civil añadió que, además de muy borrachos, los llamados a declarar se comportaron como "soberbios, uraños y extraños". A las sesiones del juicio también asisten los padres de Garry Robertson Walton, junto a dos periodistas británicos. Los progenitores de la víctima llevan camisetas en las que piden que se haga justicia con su hijo.