El acusado del primer homicidio registrado en la isla de La Graciosa ha admitido hoy haber clavado a la víctima las tijeras cuyas heridas provocaron su muerte al inicio del juicio con jurado que se sigue en su contra, aunque ha negado, no obstante, haber pretendido matarle "en ningún momento".

"Quería que me soltara", ha declarado al preguntarle el representante del Ministerio Fiscal por lo ocurrido la noche del 28 de julio de 2010 Sebastián Javier B.H., a quien se acusa de matar en esa fecha a Gerardo Miguel Romero González, pariente lejano y vecino de toda la vida suyo en la pequeña isla, tras una reyerta motivada por un viejo enfrentamiento que ambos mantenían desde tiempo atrás.

Ese enfrentamiento, nacido del hecho de que "con ocasión de una obra en la casa de Gerardo la casa de la madre del acusado se había llenado de tierra y esto era algo que Sebastián no perdonaba a Gerardo", hasta el punto de que "aprovechaba para molestarlo siempre que tenía ocasión desde ese día" según el relato de la fiscalía, volvió a revivir al encontrarse ambos esa noche en una pizzería.

En ese mismo local mantuvieron una pelea en la que los dos acabaron cayendo al suelo entre golpes y que solo acabó cuando intervinieron otras personas que los separaron, pero lo ocurrido motivó que Sebastián actuara acto seguido "queriendo acabar con la vida de Gerardo", según ha afirmado el portavoz del Ministerio Fiscal en la Audiencia Provincial de Las Palmas, donde se le juzga.

Como prueba de sus tesis, ha preguntado al enjuiciado si ratificaba que, tal como ha recalcado que había declarado ya al día siguiente de los hechos, después de que la víctima abandonara la pizzería él permaneció en el restaurante y, todavía en su interior, "sacó unas tijeras que tenía en su mochila, dentro de un botiquín, y se las guardó en el bolsillo".

Sebastián Javier B.H. ha respondido afirmativamente a esa pregunta, algo que el representante de la fiscalía ha opinado que refuerza su parecer de que actuó preparándose para un posterior encuentro con su vecino en el que se condujo "sabiendo perfectamente lo que hacía" al clavarle las referidas tijeras.

Pese a ello, el acusado ha negado que al hacerlo tuviera intención de matar y ha dado a entender que, cuando algo después volvió a encontrarse con el fallecido ya en la calle, le atacó con ellas solo para defenderse, debido a que su oponente era "el doble de persona" que él en lo referente al volumen físico de uno y otro.

Y frente a la versión de la fiscalía, que mantiene que "aprovechó para sacar las tijeras que minutos antes en el bar se había guardado en el bolsillo y con ánimo de causarle la muerte a Gerardo o con conocimiento de que podía causársela se las clavó por dos veces en el pecho", ha insistido en solo quiso contrarrestar su inferioridad.

"Cuando él me tenía a mí con la cabeza debajo de tierra, yo saqué la tijera para que me soltara", ha asegurado al respecto.

En cualquier caso, como el acusado ha contestado que sí al preguntarle si sabía que las tijeras son "un instrumento peligroso" que incluso "podría causar la muerte a una persona" y ha admitido habérselas clavado a la víctima, desde la fiscalía se ha considerado que ha reconocido los hechos y se ha renunciado a interrogar a más de una decena de testigos y peritos que habían sido citados.

Solo se ha mantenido la petición de que comparezca la médico forense que analizó en su momento las heridas que determinaron la muerte de Gerardo Miguel Romero González, que había sido citada para prestar testimonio en una segunda sesión del juicio convocada para mañana, por lo cual la vista se ha suspendido por hoy y ha quedado aplazada hasta entonces.