Ingrid Visser, exjugadora de voleibol que militó entre otros clubes en el tinerfeño Marichal, y su pareja, Severin Lodewijk, "murieron de sendos golpes certeros en la base del cráneo, lo que hace sospechar a la policía que se trata de un asesinato en toda regla",según publica hoy, en su edición digital, El País, que apunta a que el móvil fue "la venta, posiblemente fraudulenta, de una cantera de mármol a las afueras de Murcia".

Juan Cuenca, exgerente del club de voleibol CVA Murcia 2005 y principal sospechoso, siempre según este periódico, le vendió una cantera de mármol que no era de su propiedad a Severin Lodewijk por una cantidad próxima a los 300.000 euros. El holandés presionaba a Cuenca para cerrar la operación y ese fue uno de los motivos de su viaje a Murcia el pasado 13 de mayo.
La cantera de mármol se encuentra a las afueras de la capital murciana, y "debió pertenecer a Evedasto Lifante, el propietario del club de voleibol". Lifante, como es público, manifestó a los medios de comunicación que tenía la sospecha de que Cuenca había falsificado su firma para quedarse con su cantera y revenderla. Lifante llegó a añadir que Cuenca podría haber utilizado también su correo electrónico. “Conocía mis contraseñas”, dijo. Todo hace pensar que Cuenca urdió un doble engaño, primero para privar a Lifante de una propiedad suya y luego, para vendérsela al compañero de la jugadora de voleibol.
El análisis forense de los restos de los holandeses determinó que tampoco fueron mutilados con una radial, como se ha comentado. Ni con un hacha.