José Bretón ha sido condenado a 40 años de prisión por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y José, de 6 y 2 años, respectivamente, el 8 de octubre de 2011 en Córdoba.

En la sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, el juez Pedro Vela, de acuerdo con el veredicto de culpabilidad del jurado, condena a Bretón como autor de dos delitos de asesinato con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco a las penas de veinte años de prisión por cada uno de los crímenes.

Además, una vez firme la sentencia, el juez ha pedido que se libre exhorto al Registro Civil de Córdoba, ordenando la inscripción de la defunción de Ruth y José Bretón Ortiz el 8 de octubre de 2011 y que se entregue a Ruth Ortiz los restos de dichos menores para su inhumación.

En su sentencia, el juez relata que cuando en septiembre de 2011 Ruth Ortiz le comunicó a su entonces marido José Bretón que tenía voluntad de acabar con su matrimonio y quedarse a vivir en Huelva con los hijos de ambos, el condenado concibió la idea de dar muerte a los niños como venganza contra su esposa.

Para ejecutar dicho plan, decidió que el lugar más adecuado sería la finca de "Las Quemadillas", propiedad de sus padres, y que la fecha adecuada sería el 8 de octubre de 2011, aprovechando que ese fin de semana estaría con los niños conforme al acuerdo al que había llegado con su esposa.

Con dicha finalidad, el 29 de septiembre compró un ansiolítico y un antidepresivo que un médico psiquiatra le recetó y con los que, una vez llegado el momento, poder adormecer e incluso matar a sus hijos con toda facilidad.

Además, entre el 15 de septiembre y el 7 de octubre de 2011, Bretón hizo acopio de leña en la parcela y adquirió un total de 271,11 litros de gasóleo en una gasolinera de Huelva.

Sobre las 15.00 horas del 7 de octubre de 2011, Bretón recogió a sus hijos en Huelva, marchó con ellos a Córdoba y los dejó en casa de su hermana para poder ir a la parcela y dejar las garrafas de combustible que había comprado en Huelva.

En la mañana del 8 de octubre de 2011, Bretón y sus hijos fueron a casa de la hermana del condenado, donde permaneció con sus hijos y sobrinos hasta las 13.30 horas.

Posteriormente, su cuñado llevó a Bretón y a sus hijos a recoger su coche a la casa de los abuelos, donde se detuvieron lo justo para hacer creer a su familia que se dirigía a comer con unos amigos.

Al salir de la casa de sus padres, el condenado se dirigió con sus hijos a la finca de Las Quemadas y les suministró, durante el trayecto o al llegar a la misma, un número indeterminado de pastillas tranquilizantes para facilitar su adormecimiento total y/o su muerte.

Preparó una especie de pira funeraria en un lugar nuevo de la finca, entre varios naranjos y sin visibilidad desde el exterior, donde colocó los cuerpos de sus hijos sin que pueda determinarse si ya estaban sin vida o todavía no habían fallecido.

Los cuerpos los colocó junto con una mesa metálica con el tablero en posición vertical y prendió una gran hoguera, que avivó gracias al uso de unos 250 kilogramos de leña y alrededor de 80 litros de gasóleo, y que llegó a alcanzar temperaturas de hasta 1.200 grados centígrados logrando un efecto similar a un horno crematorio.

Ante la magnitud de la temperatura, las partes blandas de los cuerpos de los niños desaparecieron rápidamente, quedando únicamente unos restos óseos, mientras que Bretón permaneció junto a la hoguera hasta las 17.30 horas, alimentándola de gasóleo para mantener la elevada temperatura.

A continuación, el condenado condujo hasta el entorno de la "Ciudad de los niños" e intercambió correos telefónicos con su hermano haciéndole creer que estaba en las proximidades del parque con sus hijos.

Cuando consideró que había transcurrido un tiempo suficiente para hacer creíble la ficticia desaparición de los menores, llamó de nuevo a su hermano sobre las 18.18 horas diciéndole que había perdido a los niños, mientras que sobre las 18.41 horas llamó al teléfono de emergencias 112 comunicando la desaparición de sus hijos.

Además, sobre las 20.43 horas acudió a la Comisaría de Policía Nacional de Córdoba para presentar denuncia por la desaparición, pese a conocer perfectamente que no había existido tal desaparición en el parque.