Lodewijk Severein, pareja sentimental de la jugadora holandesa de voleibol Ingrid Visser, asesinada junto a él en Molina de Segura (Murcia) en mayo pasado, se sintió amenazado por la mafia rusa, según se recoge en el auto judicial conocido al levantarse el secreto de las actuaciones.

El auto, al que ha tenido acceso Efe, señala que Severein había constituido en Gibraltar la sociedad Granmar Trade Stone Limited con el exgerente del club Atlético Voleivol Murcia 2005 -donde jugaba Visser- Juan Cuenca, ingresado en prisión por el doble crimen, y que llegó a pedirle a este una pistola para protegerse.

Así lo confirmó Cuenca en la declaración que prestó en su día ante la Policía Nacional al ser detenido en Valencia, aunque añadió que no había atendido esa solicitud.

Sobre este particular, el juzgado señala que llegó un momento en el que la relación entre ambos era "tensa porque no encontraban la financiación prevista para la compra de una cantera de mármol en Abanilla (Murcia), propiedad del también imputado y expresidente del club de voleibol Evedasto Lifante, actual alcalde de Barinas, una pedanía de esa localidad, por el PP.

Sobre la pistola, la encargada de la instrucción, titular del juzgado de instrucción número 5 de Molina de Segura, Olga Reverte, comenta que "si ambos eran socios al 50 por ciento de ese negocio, no es habitual que uno le solicite al otro un arma de fuego sin más explicaciones, a menos que estuviera al tanto del tipo de personas con las que se reunía".

La magistrada destaca también dos correos que el holandés remitió a Cuenca un mes antes del doble asesinato, en los que le pedía explicaciones y le comunicaba que los inversores rusos con los que había contactado "habían perdido la confianza en él, que le habían embargado sus bienes, que había perdido dinero y que su situación era desastrosa".

En conversaciones con sus familiares, Severein les dijo que el último viaje que hizo con Visser a Murcia estaba relacionado con las negociaciones para el cobro de la deuda del club de voleibol con la jugadora, de unos 60.000 euros, y con reuniones con inversores rusos, a los que calificó de "mafiosos".

El auto considera que contra los dos considerados autores materiales de los crímenes, Ion Valentin y Constantin Stan, de nacionalidad rumana, aparecen indicios suficientes que los vinculan con los hechos.

Así, la jueza hace referencia al "fluido contacto telefónico entre ambos en los días previos al doble crimen" y a que "las antenas de telefonía que cubren Molina de Segura los sitúan en esta localidad del 3 al 15 de mayo", fechas en las que la pareja fue asesinada y sus cadáveres desmembrados para ser enterrados luego en una finca de la pedanía murciana de Alquerías, cuyo dueño, Serafín de Alba, está imputado y en prisión provisional.

Al referirse a la presunta participación de Cuenca en los crímenes, el auto hace referencia a lo declarado por otra imputada, María Rosa Vázquez, que señaló que él le pidió que el 13 de mayo recogiera a la pareja holandesa y la llevara a la casa rural alquilada donde hallaron la muerte.

Igualmente, señala que Vázquez declaró también ante la Policía Nacional y luego en sede judicial que en las horas previas a los asesinatos, Cuenca le encargó que comprara bolsas de basura grandes, sosa cáustica y una máquina radial de corte.

Esta imputada, amiga de Cuenca, añadió que en principio lo dio la menor importancia a este encargo porque no sabía lo que era una radial, como se conoce a este aparato comúnmente.

La jueza apunta como otros indicios, el temor de Cuenca a hablar por teléfono y el contenido de una llamada que cruzó con Vázquez en la que esta se sintió engañada, como "el último mono" en este asunto.