El padre del menor de los dos niños de Vistabella muertos en diciembre de 2013, acusado de asesinato junto a su pareja y madre de los fallecidos, negó hoy en la primera jornada del juicio, su participación en los hechos.

Los niños Tindaya, que entonces tenía once años, y Joseba, de cinco, murieron el 9 de diciembre de 2011 tras ser asfixiados con almohadas en su domicilio del barrio de Vistabella, en Santa Cruz de Tenerife, y su madre y su pareja, padre del más pequeño, permanecieron en la casa con los dos cuerpos hasta que el día 13 fueron descubiertos por familiares de ella, extrañados de su larga ausencia.

La fiscalía pide una condena de cuarenta años de cárcel para cada uno de los adultos, veinte por cada muerte, mientras que las defensas, que siguen estrategias separadas, demandan la libre absolución de sus respectivos clientes.

En la primera jornada del juicio, que se celebra por el procedimiento del jurado, ha declarado el padre de Joseba, que señaló que también se consideraba como un padre para Tindaya porque convivía con su madre desde que la niña tenía tres años.

Según el relato de la fiscal Francisca Sánchez, los acusados se conocieron en 2003 durante un internamiento por razones psiquiátricas en el Hospital de La Candelaria, aunque el ministerio público sostiene que ninguno de los dos es un enfermo mental y tenían una vida normal.

Pero, según la acusación, ambos decidieron que para estar siempre juntos debían acabar con la vida de los niños, a los que asfixiaron, y después fingieron "torpes intentos de suicidio" para tratar de eludir su responsabilidad en los hechos.

Según la acusación, el 9 de diciembre de 2011, la madre despertó a la niña, la llevó a la cama del matrimonio y la asfixió con una almohada, mientras el padre esperaba en el salón, y luego ambos se dirigieron a la habitación del niño y también lo mataron con una almohada.

Hasta el día 13 de diciembre ocultaron los cadáveres en la casa y para tapar el olor de la descomposición los cadáveres fueron rociados con zotal y con colonia.

Juntos planearon "torpes intentos de suicidio", de manera que el acusado se cortó las venas en dos ocasiones y ella se realizó dos heridas en el pecho y simuló querer quitarse la vida asfixiada con una bombona de gas.

Finalmente, los familiares de la madre, extrañados por tanto tiempo sin noticias de los niños, se introdujeron en la casa por una ventana y encontraron los cuerpos.

En ese momento, el padre protagonizó otro intento simulado de suicidio mediante ahorcamiento, de acuerdo con la fiscalía.

Durante esos días, la casa fue vigilada por la Guardia Civil, ya que el padre estaba citado a declarar el día 9 por la tarde en el cuartel por una presunta estafa.

La acusación sostiene que dos semanas antes de estos hechos los acusados redactaron una carta, escrita por la mano de él, en la que se juramentaban para estar siempre juntos. "Les dimos la vida y se la quitamos, que nos juzgue Dios", decían en esa carta respecto a sus hijos.

En el caso intervienen dos acusaciones particulares, que representan a la familia materna de ella y a su ex marido, padre de Tindaya, y una acusación popular que representa a la asociación Laxshmi de lucha contra el crimen.

Durante su declaración, el padre de Joseba negó su participación en las muertes de los niños y relató que de esos días tiene recuerdos confusos, aunque sí se acuerda que cuando descubrió que los niños estaban muertos se trastornó, no sabía qué hacer e intentó suicidarse en tres ocasiones.

También reconoció ser el autor de la carta, pero dijo que no la escribió antes de la muerte de los niños, sino una vez que ya habían fallecido porque ya no tenía nada que perder.

Su defensor, Gerardo Hernández, afirmó que el padre del niño no tuvo ninguna intervención en la ejecución material de las muertes y, aunque admitió que puede parecer repugnante que no denunciara los hechos y que conviviera con los cadáveres en la casa durante unos días por su situación depresiva, no ha cometido ningún delito.

La abogada defensora de la madre, Cristina Llanos, pidió la libre absolución de la mujer y durante el interrogatorio preguntó al padre si no fue él el que asfixió primero a la niña, después al niño y más tarde intentó matar a la madre para que cumpliera el pacto de suicidio colectivo al que habían llegado porque no la veía capaz de quitarse la vida ella sola.

Todas esas preguntas fueron negadas por el padre, quien insistió en que no tuvo participación en la muerte de los niños.