La teniente fiscal preguntó a Jesús Ponce qué ocurrió desde la mañana del día 9 de diciembre hasta que aparecieron los cuerpos, cuatro días después. El procesado solo se acuerda de parte de lo que hizo en esas 86 horas. Ayer dijo que empezó a preocuparse cuando le preguntó a Sonia dónde se hallaban los niños y esta le respondió "que ya estaban descansando". Y matizó que "me volví loco cuando los vi muertos". Afirma que después se quedó "aturdido" y que no se acordaba bien de lo que pasó. Se le ocurrió escribir la carta y consiguió centrarse para redactarla. Señaló que, en todo momento, Sonia tuvo conocimiento del contenido y que llegó a sugerir ideas, así como a redactar una pequeña parte de dicho texto. A raíz de su declaración de ayer, posteriormente se le ocurrió "cortarse las venas" en la cama donde estaban los cadáveres. Posteriormente, tras quedar inconsciente, se despertó entre vómitos y cayó al sueño varias veces. Otro recuerdo nítido consiste en que logró, a duras penas, llegar a la azotea, desde donde se tiró a un patio interior para intentar suicidarse.

Ante las preguntas de Fernández del Torco, Ponce reconoció que realizaba algunos trabajos de "curanderismo" y limpieza espiritual, por los que afirmó que no cobraba dinero, pero sí aceptaba lo que le quisieran dar las personas que lo visitaban. Cuando una patrulla de la Guardia Civil acudió a su casa para pedir que se personara en la Comandancia de Ofra, Ponce reconoció ayer que mandó a Sonia a que abriera la puerta y diera alguna excusa, mientras él se escondía en la azotea. El punto de discordia que motivó que Sonia y Ponce dejaran de convivir con los padres de ella es que el procesado falsificó la firma de su suegro para vender un terreno sin el consentimiento del legítimo propietario.