La policía griega investiga la posible relación de una decena de familias de todo el mundo con niñas desaparecidas, entre las que se encuentran varias de Estados Unidos, con la encontrada la semana pasada en un campamento en Grecia.

Panagiotis Pardalis, el portavoz de la ONG griega "La sonrisa del niño", que se encarga provisionalmente de la custodia de la menor, dijo a la CNN que, además, familias de Canadá, Polonia y Francia se encuentran entre la decena de posibilidades que las autoridades "están considerando muy seriamente".

Desde que la niña conocida como María fuera hallada el pasado jueves en un campamento gitano en la localidad griega de Fársala (en el centro del país) y se descartara con una prueba de ADN que sus padres biológicos fueran la pareja con la que estaba, comenzó una búsqueda de los progenitores de la menor con la colaboración de Interpol.

La policía y la ONG están recibiendo miles de llamadas de todo el mundo para aportar pistas sobre el caso o para reclamar una hipotética paternidad, y la atención se centra de momento en una decena de familias.

De momento, se ha dado a conocer la identidad de una de estas familias, una pareja de Kansas (EE.UU.), Jeremy Irwin y Deborah Bradley, cuya hija Lisa desapareció en octubre de 2011, cuando tenía diez meses, y que pidió a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) que contactara con las autoridades griegas cuando se enteraron de la noticia.

No obstante, Lisa tendría ahora casi 4 años, mientras que las últimas pruebas dentales realizadas a la menor hallada en Grecia indican que tiene entre 5 y 6 años (y no 4 como se pensó en un principio).

Además, el abogado de la pareja que acogía a María asegura que la niña fue adoptada de su madre biológica.

Esta pareja, un hombre de 40 años y una mujer de 39, declaró el lunes ante el juez y está detenida a la espera de un juicio en el que son acusados de secuestro de menores y posesión de documentación falsa.

Cuando acudieron a declarar a la comisaría después del hallazgo de la niña incurrieron en una serie de contradicciones que, junto al hecho de que la niña presentara rasgos nórdicos -pelo rubio y ojos verdes- y que apenas hablara un poco de romaní, hicieron dudar a la policía, que confirmó sus temores con la prueba de ADN.

En las investigaciones posteriores se descubrió que en 1993, en un plazo de tan solo cinco meses, el hombre registró a cinco niños más como propios, y entre octubre de 1994 y febrero de 1995 a otros tres más, y que la mujer figura como madre de otros cuatro hijos.

Todo esto hace sospechar a la policía griega que podría tratarse de una red de tráfico infantil.