Médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife desmontaron ayer una de las tesis de la defensa del ecuatoriano Pablo Quinzo, procesado por degollar a su esposa en mayo de 2010 en San Isidro (Granadilla). Si el letrado defensor planteó en la primera jornada que hubo una pelea y el acusado apenas se acordaba de que tuvo un enfrentamiento duro con su mujer, ayer dichos profesionales confirmaron que la víctima no tuvo opción de defensa desde el primer momento. Tras recibir un golpe en la nariz, comparable con un cabezazo, la afectada cayó al suelo, donde Quinzo presuntamente la cogió por el pelo y le dio un fuerte golpe contra el suelo, que le produjo una lesión craneal mortal. Después, cuando su pareja estaba en el suelo, la degolló y después le clavó un cuchillo en el pecho. Un psiquiatra también intervino en el juicio ayer y reiteró que el acusado era consciente del delito que cometía y no sufrió ningún tipo arrebato, alteración de sus facultades o enfermedad mental que le anulara sus capacidades de conocimiento y actuación. Además, dicho profesional descartó que Quinzo sufriera un ataque de celos que le llevara a asesinar a su esposa. Señaló que sus sospechas de que la víctima tenía otra relación eran muy vagas. Durante las entrevistas que le hizo dicho psiquiatra, el acusado se mostró colaborador, negó que hubiese ingerido alcohol o drogas antes del trágico suceso y se "culpabilizaba de lo ocurrido", en lo que el médico definió como un proceso lógico después de perder a una persona con la que había compartido su vida durante más de 10 años.