El último capo del narcotráfico en caer en manos de las autoridades mexicanas, Héctor Beltrán Leyva, lideraba desde 2009 un sanguinario cártel familiar que llegó a tener mucho poder en su alianza con Joaquín "El Chapo" Guzmán, pero que estaba en declive desde hacía algunos años.

Cinco millones de dólares era la recompensa que pedía el Departamento de Estado de Estados Unidos por este líder criminal, apodado "El ingeniero" o el "H" y que está a punto de cumplir medio siglo de vida.

Nacido el 15 de febrero de 1965 en el estado de Sinaloa, cuna de algunos de los las más grandes narcotraficantes mexicanos como Guzmán, Héctor Beltrán Leyva mide casi 178 centímetros y pesa 74 kilos, según la ficha de la página web del Departamento de Estado, en su apartado dedicado al Programa de Recompensas por Narcotráfico.

De ojos y cabello oscuros, al ser presentada la foto de su ficha policial este miércoles por la Fiscalía mexicana lucía algo más envejecido y sin el bigote de la foto que muestran en internet las autoridades norteamericanas.

En la década pasada este narcotraficante fue socio de "El Chapo", con el que compartió un poder hegemónico en el negocio de las drogas y otras actividades criminales.

Fueron los años posteriores a la fuga de este último del Penal de Puente Grande (en el estado occidental de Jalisco) en 2001, en la primera mitad del mandato del presidente Vicente Fox (2000-2006).

Héctor, por el que las autoridades mexicanas pedían 2,3 millones de dólares de recompensa, actuaba entonces junto con sus hermanos Arturo, Alfredo y Carlos, que acabarían abandonando en bloque el Cártel de Sinaloa.

La razón, la detención en 2008 de Alfredo por las fuerzas especiales del Ejército mexicano, de la que los hermanos culparon a Guzmán y sus socios.

Escindidos de la organización de "El Chapo", el clan forjó alianzas con sus antiguos rivales del Cártel del Golfo y Los Zetas, y pasó a ser dirigido por Arturo hasta su muerte el 16 de diciembre de 2009 en un enfrentamiento con infantes de marina mexicanos.

Como venganza por lo que consideraron una traición de sus antiguos aliados, los Beltrán Leyva ordenaron el asesinato de Édgar Guzmán López de 22 años de edad, hijo de Guzmán.

No fallaron y el joven murió en un estacionamiento de un centro comercial a manos de 15 hombres armados con rifles de asalto y lanzagranadas.

Desde entonces, Héctor dirigía el grupo, mientras que Carlos, el único de los hermanos que todavía sigue vivo y libre, "tenía actividades más discretas, de lavado de activos", afirmó este miércoles a Radio Fórmula el experto Ricardo Ravelo, al hacer una radiografía de ese clan.

Hoy en día, el cártel de los Beltrán Leyva es considerado responsable de la adquisición de armas de fuego y municiones de los EE.UU. y del contrabando de toneladas de drogas ilícitas al vecino del norte, incluyendo cocaína, marihuana y heroína.

También es señalado como uno de los más despiadados por su manera de ejecutar a sus enemigos y ha sido relacionado con los asesinatos de numerosos agentes del orden mexicanos, como Edgar Eusebio Millán Gómez, de la Policía Federal.

"Este grupo fue uno de los más importantes desde su surgimiento allá por los años ochenta" y "es una de las organizaciones quizás más longeva", indicó Ravelo.

Además, "fueron importantes en el impulso de Joaquín Guzmán", detalló el especialista que, sin embargo, agregó que la organización "vino a menos en los últimos años" y "se quedó con pocos estados" bajo su control, entre ellos "una buena parte del Estado de México, Guerrero, una parte de Michoacán, Jalisco, y Colima".

Para Ravelo la de Héctor Beltran Leyva es una "detención importante, no es una detención menor", pese a que el grupo estaba en declive por "las bajas que habían sufrido".