Nueve personas decidirán en el juicio por el crimen de Asunta, para el cual todavía no hay fecha, si los padres de esta menor adoptada a los que se acusa de su asesinato son culpables, y el veredicto se producirá tras escuchar a esta pareja, a una docena de peritos y a un centenar de testigos.

El auto de apertura de este juicio oral, que se celebrará en 2015, se cerró con dos únicos inculpados, la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, y con el mensaje de la defensa de ella de que era inocente de "tan grave y descabellada" incriminación y la apreciación de la representación legal de él de que no cometió delito alguno.

La vista está a la espera de nuevas pruebas médicas solicitadas por la defensa de Rosario Porto, que en la cárcel ha mostrado cambios en su estado anímico, al contrario que su otrora marido, quien en apariencia demuestra tener una mayor entereza; y de la calificación de idoneidad de los miembros del jurado popular.

La letrada Belén Hospido, cuyo patrocinado es Alfonso Basterra, sorprendió cuando exculpó a su cliente de los episodios de sedación de la niña expuestos por el magistrado José Antonio Vázquez Taín al explicitar que Alfonso Basterra no administró ni tuvo constancia, hasta después de la muerte, de que alguien hubiese suministrado fármacos a la pequeña.

Sí compraba medicinas para su ex mujer, pero se las entregaba a Rosario Porto, siendo ella la que las guardaba.

Esta es la versión aportada, y la misma no tuvo una contestación similar por parte del penalista José Luis Gutiérrez Aranguren, que defiende a Rosario Porto y logró incorporar al voluminoso sumario de este caso -casi cinco mil folios- un informe hecho por dos forenses que rebate la autopsia oficial, entregada en diciembre el año 2013.

Estos especialistas, catedráticos de Medicina Legal y Forense de las universidades de Cádiz y de Murcia, refutan los informes del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) y tratan de poner en entredicho tanto los métodos como la bibliografía que se empleó.

En esta contrapericia objetan, sin establecer ellos un intervalo, la hora de la muerte -en base al informe oficial Asunta falleció entre las cuatro y las ocho de la tarde del 21 de septiembre de 2013-; los métodos de análisis histopatológico que se siguieron en el Instituto de Medicina Forense de Sevilla y también los utilizados para analizar algunas de las lesiones que presentaba el cuerpo de esta pequeña de 12 años.

Asunta Basterra murió de forma violenta y su cruel desenlace abrió una causa sin precedentes en la historia criminal de España, al estar acusados de un delito de asesinato sus propios padres, quienes la adoptaron cuando la cría no había cumplido doce meses.

Los dos están encarcelados desde el 27 de septiembre del año pasado en el penal coruñés de Teixeiro, y su régimen es de prisión provisional comunicada y sin fianza.

Pese a las continuas pretensiones de puesta en libertad, todas ellas han sido descartadas aludiendo al "riesgo palmario" de fuga que existe.

La primera autopsia que figura en el vasto sumario, la oficial, concluye que para el óbito se produjo una "compresión sostenida sobre la boca y los orificios nasales -de Asunta- con los efectos fisiopatológicos que ello comporta", es decir, asfixia, y también determina que la presión ejercida se llevó a cabo, "muy probablemente", mediante "un objeto blando y deformable".

Los forenses del Imelga apuntan, además, que la víctima mortal, esta menor de altas capacidades que se defendía en seis idiomas, se encontraba bajo los efectos de una importante cantidad de Lorazepam, que entre las benzodiacepinas tiene un potencial adictivo muy alto.

En la pista forestal en la que se localizó el cuerpo de la niña, cuya vida se apagó de manera trágica, se mantienen las flores, los peluches y los carteles que piden justicia y lamentan la falta de compasión, de sentimientos y, principalmente, de corazón.