Hasta hace solo unos meses, Onassis solo conocía los escasos metros cuadrados de una azotea en la que pasó once años. Este perro -rebautizado así en honor a la "grandeza" que ha demostrado- fue "rescatado" en abril por N.A., una activista en favor de los derechos de los animales que ahora ha llevado el caso a los tribunales para que se juzgue a su propietario por maltrato.

La denuncia ha sido formalizada esta semana ante el Juzgado de Guardia de Santa Cruz de Tenerife. En el barrio de La Salud de este municipio residía el animal hasta que ha pasado a manos de una voluntaria que se encarga de él y que, por el momento, ha tenido que desembolsar más de 1.300 euros para someterlo a pruebas e intervenciones quirúrgicas para constatar, y luego aliviar en lo posible, el "lamentable estado de salud" en que se encuentra, según se recoge en el texto presentado ante la autoridad judicial.

La alerta partió de vecinos del dueño del perro, que después de que sus intentos de intervenir en favor del animal no dieran ningún resultado, avisaron a N.A. de la situación en que se hallaba, "malviviendo" durante once años en la azotea de la casa, "sin que le fuera prestada atención alguna", indicaron los testigos. Estos refieren también que carecía de refugio para resguardarse del mal tiempo o del "sol abrasador", con las consecuencias para su salud que ello pudo suponer.

Tras personarse en el domicilio, la activista logró convencer al propietario de Onassis -antes llamado Joi- de que le entregara al perro, para que "pudiese ser acogido o adoptado por alguien que se ocupara adecuadamente de su salud física y psicológica", apunta la denuncia.

Tras su salida de la casa, el perro fue sometido a exámenes médicos que revelaron las "lesiones de extrema gravedad" que sufría, entre ellas dos tumores malignos, uno cutáneo, de pronóstico reservado-grave y con posibilidad de metástasis, y otro testicular igualmente maligno, con pronóstico menos grave.

Por si eso fuera poco, el cuadro médico de Onassis se completaba con una extrema debilidad en las patas traseras -todavía hoy en estado de parálisis-, acusada delgadez -como consecuencia de la inanición, sostienen la denuncia-, taquicardia, velocidad de respiración más alta de lo normal, hipertermia, una uña clavada en la piel con inflamación e infección y un callo sangrante, entre otros padecimientos.

Los denunciantes pretenden que el caso sea tramitado por los juzgados de lo Penal, no de lo Civil, pues entienden que se ha producido un delito contra los animales domésticos. En este sentido, recuerdan que la reforma legal de 2010 eliminó el requisito de ensañamiento para que el ilícito penal tenga lugar.

De esta manera, para que esta conducta sea considerada como delito -y no como falta- basta con que se produzca un abandono del animal que "le cause la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud", aunque no concurra la intención de incrementar el dolor. Únicamente se exige para que sea así "la puesta en peligro de la vida o la integridad", argumenta la denuncia.