El vecino de Alcoy (Alicante) condenado a cinco años de prisión por robar 20 euros a un cura de una parroquia de la localidad armado con un abrecartas ha sido hallado muerto este pasado martes en una plaza del municipio, según han informado a Europa Press fuentes policiales.

El fallecido no presentaba signos de violencia y aparentemente ha muerto por causas naturales, según las mismas fuentes. La víctima fue localizada sobre las 08.00 horas de este martes en una plaza de Alcoy.

Un ciudadano fue quien alertó a la Policía de que había una persona tendida en el suelo. Los agentes trasladados hasta allí comprobaron que había fallecido y al realizar las diligencias de identificación comprobaron que era el condenado, una persona con antecedentes y conocida por las fuerzas de seguridad.

La sección segunda de la Audiencia Provincial de Alicante confirmó recientemente la condena a cinco años de prisión a este vecino de la localidad de Alcoy por robar armado con un abrecartas 20 euros a un cura de la parroquia de San Jorge.

De esta forma, la sala desestimó el recurso de apelación presentado contra la sentencia del 26 de marzo de este año del juzgado de lo Penal número 3 de Alicante, que condenó a esta persona a los cinco años de cárcel.

La sentencia declaró probado que el 28 de febrero de 2015, sobre las 9.00 horas, el acusado, vecino de Alcoy, "ocultando su rostro tras un pasamontañas y con un abrecartas o estilete en la mano, accedió al interior de la parroquia" y aprovechando que el sacerdote se hallaba de espaldas a la puerta y rezando en un banco, le colocó el abrecartas en el cuello y le dijo: "Padre, deme el dinero". El sacerdote le entregó un billete de 20 euros que llevaba en esos momentos en el bolsillo. Tras un forcejeo, el acusado se "abalanzó" sobre el sacerdote, a quien agredió, y huyó a la carrera.

El sacerdote llamó a la Policía Local de Alcoy, que gracias a su descripción dio con el acusado, al que intervino el billete de 20 euros y un abrecartas. Los agentes pusieron al acusado frente a la víctima, que le reconoció como autor de los hechos por su voz, vestimenta y olor a colonia. A consecuencia de la agresión, el cura sufrió un leve edema y eritema nasal.

El juzgado le condenó por un robo con violencia e intimidación con empleo de instrumento peligroso, con la agravante de disfraz, a cinco años de prisión y a pagar una indemnización de 20 euros al sacerdote.

El condenado alegó contra esta decisión que no se había practicado prueba de cargo bastante para enervar la presunción de inocencia, y reclamaba su absolución. Sin embargo, la Audiencia no aprecia "como errónea o ilógica, sino plenamente adecuada" la prueba que le identificó como autor de los hechos.