La hija de la mujer fallecida en el barrio santacrucero de Los Gladiolos el jueves de la pasada semana, Ana Romero, manifestó ayer que su madre "tenía comida en el estómago y heces en el intestino" cuando se le hizo la autopsia.

Para Romero, este es un argumento más para demostrar que su progenitora, Ana Delia, de 76 años, no estaba desatendida ni murió por falta de comida.

Romero aseguró ayer a EL DÍA que "hace tres días que nuestro abogado solicitó una prueba" toxicológica para determinar si la anciana había recibido cuidados en las horas previas a su muerte. En cualquier caso, Romero señala que la vecina de Los Gladiolos "no murió de malos tratos ni de hambre".

Esta mujer reconoce que está imputada por un delito de homicidio por omisión, al igual que su cuñada, mientras que su hermano, José Ramón R.Ll., está en prisión provisional, comunicada y sin fianza por el mismo hecho delictivo.

Ana comenta que "los tres la cuidábamos". Señala que su madre "comía, pero le costaba mucho y no masticaba".

Supuestamente, según Romero, esa situación se pudo agravar en los 15 o 20 días previos al fallecimiento de Ana Delia en un piso de la sexta planta del bloque 16 de Los Gladiolos.

Aclara que "empezó a bajar de peso y se nos fue de las manos, a raíz de que dejara de comer".

La tercera imputada en este caso, que periódicamente acudía a la vivienda de su progenitora, para colaborar en su atención y cuidados, manifiesta que Ana Delia "se deterioró en muy pocos días; pero no la dejamos morir de hambre".

Respecto a las llagas que supuestamente tenía en su cuerpo la mujer fallecida, indica que su madre llevaba nueve años en la cama, "pero no estaba abandonada en una habitación". Respecto a la imagen del cadáver que se difundió, reconoce que le afectó y matiza que "ha sido una bomba" que ha influido negativamente en los suyos. Ana Romero expresa que "no es justo por lo que está pasando mi familia" y que ahora sus esfuerzos se centran en intentar "sacar la verdad" de este asunto, así como "limpiar la imagen" de su entorno.