El hombre acusado del presunto asesinato de su madre en el municipio coruñés de Arteixo ha asegurado hoy, entre llantos, que ella le pidió no quedarse "sola y sufriendo" después de que él le confesara que se iba a suicidar porque no tenía "oportunidad de recuperación" de sus numerosas deudas.

La sección primera de la Audiencia Provincial de A Coruña ha acogido esta mañana la última sesión de la vista oral en el juicio por este asesinato, ocurrido en marzo de 2014, cuando el procesado administró medicamentos y alcohol a su madre, que murió, e intentó suicidarse tras enviar un correo electrónico de aviso a la Guardia Civil.

El fiscal ha pedido una condena de veinte años de prisión por asesinato, aunque da la opción al jurado de considerarlo cooperador necesario de un suicidio, lo que supondría una pena de entre seis y diez años.

No obstante, en el caso de que crean que existía una enfermedad en la madre, como opina la defensa, la pena estaría entre un año y medio y seis.

El acusado ha leído un emotivo alegato final entre lágrimas, incluso interrumpido por el magistrado presidente, Juan Luis Pía, cuando no era capaz de articular palabra.

Ha dicho que debe ser "responsable de sus actos a pesar de las circunstancias", pero precisamente ha querido "explicar" cómo sucedieron los hechos que acabaron con la vida de su madre.

Llegó a España con doscientos euros en el bolsillo y 52 años -ahora tiene 65- y, después de un año, pagó el viaje de su madre, que todavía estaba en Argentina, pues tenía un trabajo ilusionante.

Sin embargo, cuando llegó la crisis le despidieron y pidió un préstamo para comprar un camión y dedicarse al reparto con esa misma empresa.

"Solo dos o tres meses pude salvar gastos. El dinero se acabó. Me quedaban las tarjetas para salir hacia delante. Tenía deudas del alquiler, el IVA y la Seguridad Social, que me dijo que me quitarían el camión si no pagaba 2.900 euros, así que lo vendí por 3.500 euros", ha declarado.

Su madre estaba cada día más débil hasta el punto de que no podía "levantarse de la cama" y él tenía serios problemas para levantarla porque padecía artrosis cuando ella empezó con "miedo" por si se quedaba sola, a lo que se sumó la "vergüenza de cambiarle los pañales y lavarla".

"Le conté lo que ocurría, que estaba sin oportunidad de recuperación, íbamos a ser desalojados y terminar en la calle. No aguantaba la situación. Le dije que me sentía viejo y hundido, había decidido quitarme la vida", ha argumentado.

"Ella -continúa- me dijo: si te vas a suicidar, me llevas contigo. Son muchos años de dolores insoportables y ahora además completamente inútil. No quiero quedarme sola y sufriendo", ha agregado.

Entre más llantos, el procesado ha reconocido que al final le prometió que lo haría, como posteriormente cumplió, y solo la rápida intervención de los servicios de emergencia pudieron salvar la vida de él.

Escribió el correo electrónico de aviso a su hija, porque su hijo se suicidó en el año 2000 con veintiún años y sigue "sin saber por qué".

"En el correo que le envié a mi hija se lo dije por su hermano. Por eso le dije que su abuela había muerto durmiendo y que yo tenía un cáncer, por lo que me quedaba poco tiempo de vida", ha concluido.