Antonio Miguel Rancel Vargas, empresario de la zona de Las Galletas y Las Rosas, en el municipio de Arona, falleció en el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria el 19 de noviembre; varios días después de sufrir una brutal agresión por parte de tres individuos que le exigieron dinero delante de la casa en la que vivía con su madre. Cuando se van a cumplir tres años, todavía no se han producido detenciones relacionadas con este caso, por lo que el homicidio continúa impune.

Los hechos ocurrieron en la urbanización Costa del Silencio. Rancel Vargas, de 60 años, era en noviembre de 2012 copropietario de un supermercado de Las Rosas, junto con un hombre cubano, que en anteriores ocasiones le había servido de prestamista. La noche del 14 de noviembre cerró su negocio, se fue a cenar y después hay constancia de que acudió al Bingo de Las Chafiras, junto con un amigo magrebí.

Vargas trasladó a dicho amigo a Guargacho y después se dirigió a su casa.

Sufría una enfermedad crónica que le reducía seriamente su movilidad, denominada espondilitas enquilosante. Ya en la madrugada del día 15, aparcó su vehículo delante del chalé y se bajó. Dio cinco pasos y, cuando ponía la llave en la cancela, vio llegar por su lado izquierdo a tres individuos colocándose pasamontañas.

Lo tiraron al suelo y le dieron diversos golpes, a la vez que le preguntaban insistentemente que dónde estaba el dinero. A consecuencia de la agresión, quedó tetrapléjico y, tras superar una intervención quirúrgica, en la segunda operación tuvo dos infartos y murió.

A pesar de la gravedad de su estado, una persona consultada por EL DÍA explicó que Antonio Miguel Rancel le aseguró que, cuando dejó a su amigo en Guargacho, se percató de unos comportamientos sospechosos entre algunas personas que estaban donde dejó a su amigo. Esa fue su percepción. Mucho se ha especulado en la zona de Las Galletas y Las Rosas sobre quiénes fueron los autores de la brutal agresión que ocasionó el fallecimiento de Vargas, pero aún la Guardia Civil no ha hallado indicios claros sobre las personas implicadas.

Mayra Rancel, una de las hijas de Rancel que más ha seguido el caso, señala que ha vivido tres años de calvario y sufre la incertidumbre de no saber quién pudo causar la muerte de su progenitor.

Explica que, después de los días posteriores al suceso trágico, nunca más ha habido contacto con los investigadores del Instituto Armado que llevan el caso. Además, comenta que ha llegado a sufrir en su anterior puesto de trabajo la intimidación de un individuo para que no lo implicara en el caso; a lo que la joven respondió que nunca había hecho tal cosa. Esta hija del fallecido manifestó que su padre era una persona muy generosa "con todo el mundo" y que no merecía tener una muerte en esas condiciones.

Mayra Rancel: "Pierdes un padre y pierdes una vida"

Mayra Rancel es hija de una segunda relación de Antonio Miguel Rancel Vargas. El homicidio de su padre también le ha cambiado su existencia. Asegura con vehemencia que "pierdes a un padre y pierdes una vida". En su caso, además de la figura paterna, Antonio Miguel ejercía como su protector a nivel económico y ella reconoce que, hasta el trágico suceso, "no me faltaba de nada". En el negocio del que era copropietario su padre fue perdiendo protagonismo, hasta que fue despedida. El socio de su padre traspasó supuestamente el establecimiento, que ahora regentan unos ciudadanos de origen chino. Y Mayra trabaja ahora en otro establecimiento comercial de la zona de Las Galletas. Y espera respuestas.