El incendio registrado en la madrugada del pasado 5 de enero y que acabó con la vida de una madre de 40 años, Rosario, y su hijo Bryan, de cinco, causó una profunda consternación entre sus vecinos y testigos de la tragedia. Las hijas gemelas de la mujer sufrieron con impotencia cómo sus familiares morían en el interior del estudio sin poder hacer nada por rescatarlos.

Ambas jóvenes manifestaron a EL DÍA que la actuación de los bomberos pudo ser más eficaz y que tanto estos como los policías locales podían haber llegado antes. Una de las quejas expresadas a este medio por una de las hijas de Rosario consistió en que los bomberos accedieron al interior del piso únicamente cuando estaba el fuego apagado y ventilado el inmueble.

Además, consideran que los profesionales del Consorcio de Tenerife llegaron tarde para sofocar las llamas. Y también señalan que entre vecinos hubo quejas por la escasa presión del agua de las mangueras en los primeros momentos.

Frente a esas apreciaciones de ambas familiares de las víctimas, el oficial jefe del Consorcio de Tenerife, Salvador Reyes, explicó ayer que, desde que se recibió la alerta en el parque de Las Chafiras hasta que llegaron al exterior del apartamento 355 del complejo Los Dragos, en Costa del Silencio, únicamente pasaron siete minutos. Respecto a la opinión de los familiares de que los bomberos pudieron haber entrado antes, Reyes aclara que, según sus datos, se combinó la extinción de las llamas con la "ventilación positiva forzada" (introducción de aire limpio en la parte inferior del apartamento) para procurar que, si había alguien tendido en el suelo aún con vida, pudiera respirar e intentar garantizar su supervivencia.

Es decir, Reyes señala que los bomberos no tardaron en entrar, sino que lo hicieron cuando las condiciones lo permitieron.

Además, Salvador Reyes manifestó ayer que, desde que los profesionales del Consorcio iban en camino, les advirtieron que las llamas y el humo ya salían por la puerta y la ventana. El oficial jefe explica que, en dichas circunstancias, por las elevadas calorías registradas en una casa y por la toxicidad del humo producido, resulta imposible garantizar la supervivencia de una persona que esté en ese recinto. Reyes dice que no hubo poca presión, ya que uno de los camiones activados portaba 3.000 litros de agua y otro (el nodriza) cargaba 7.500 litros de agua y otros 500 de espuma. Y aclara que un piso de mayor superficie que el de Ten Bel se apaga con menos de 2.000 litros.