Hace diez años, el Sur de Tenerife volvió a ser protagonista de un suceso de gran impacto. Un matrimonio de ciudadanos británicos apareció asesinado en dos lugares diferentes del municipio de San Miguel de Abona. No eran turistas ni trabajadores anónimos entre la "colonia" británica que reside en la Isla. Eran empresarios dedicados al negocio del "time-sharing" y a los paquetes de vacaciones, un lucrativo negocio durante décadas que, a veces, ha estado en el foco de atención de policías y jueces por las malas prácticas de algunos individuos.

Eran William "Billy" Robinson y Florence. Ambos trabajaron durante años en el entramado de sociedades impulsado por John Palmer (asesinado en junio del año pasado en el Reino Unido). Palmer ingresó en prisión, donde permaneció varios años. Y, supuestamente, tras conocer las técnicas de ese tipo, los Robinson decidieron independizarse y crear su propia empresa, Global World Travel.

El 12 de enero de 2006, "Billy" y Florence salieron a cenar en sus respectivos vehículos. William poseía un Porsche Cayenne S y su esposa, un Mercedes deportivo con especificaciones AMG. No llegaron a su lujoso chalet de la zona de Oroteanda Alta (entre Aldea Blanca y Buzanada).

Ambos fueron degollados. Y la mujer recibió, además, diversos golpes en la cabeza. Respecto a Florence, fuentes consultadas apuntaron que tenía señales de haber sufrido tortura. El cadáver de la mujer apareció junto a su coche en una pequeña rampa en la pista de acceso al pequeño núcleo donde vivía, levantado en suelo rústico.

Su cuerpo fue descubierto la misma noche de los hechos. No ocurrió lo mismo con William. Su cadáver apareció a la mañana siguiente dentro del Porsche Cayenne, en el asiento trasero y con un certero tajo en el cuello.

Los autores de ambos asesinatos actuaron como verdaderos profesionales. Hasta tal punto fue así que los investigadores de la Guardia Civil que inspeccionaron dichos vehículos y el entorno en el que aparecieron no encontraron ni un rastro (físico, dactilar o genético) del que "tirar" para intentar identificar a alguien.

Y esa forma de "trabajar" apunta a que el matrimonio fue víctima de un ajuste de cuentas desarrollado por sicarios.

Como dato, "Billy" llevaba un reloj valorado en 125.000 euros y nadie se lo intentó quitar.

Hasta ahí, las certezas de un caso por el que, una década después, no hay detenidos ni imputados.

El suceso no solo conmocionó a la sociedad en general, sino también a otros grupos "empresariales" relacionados durante años con actividades delictivas en el Sur de Tenerife.

Los miembros de esos grupos temieron seriamente que hubiera más muertes violentas en las semanas siguientes al hallazgo de los cuerpos del matrimonio.

Meses antes de su asesinato, William Robinson había recibido una paliza por parte de dos personas.

Una de las fuentes consultadas explicó que, tras haber sido un subordinado de John Palmer e independizarse de este, los Robinson llegaron a tener buenas relaciones con otro "clan", que inicialmente estuvo estrechamente vinculado a John Palmer y que posteriormente también se independizó. Respecto a este último "grupo empresarial", Palmer lo consideró como su principal enemigo en Tenerife y miembros de ambas organizaciones mantuvieron hasta enfrentamientos físicos.

La Policía Judicial de la Guardia Civil en Tenerife recibió el apoyo de especialistas de la Unidad Central Operativa (UCO) llegados desde Madrid.

Sin embargo, nunca se llegó a conocer una pista fiable y sólida que condujera hasta los autores materiales e intelectuales del asesinato del matrimonio Robinson.

Y, poco a poco, el asunto ha ido quedando en el olvido y surgieron otros casos que investigar.

Una caja fuerte totalmente vacía

Los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil llevaron a cabo un registro en el interior de la sede de la empresa gestionada por la familia Robinson en una céntrica calle de Playa de las Américas, muy cerca de lo que hoy se denomina la "Milla de Oro". A los agentes les llamó poderosamente la atención que la caja fuerte estaba totalmente vacía en el momento en que la autoridad judicial ordenó la entrada en esas dependencias.

El hijo de las víctimas mantuvo silencio

Los guardias civiles tomaron declaración al hijo de los fallecidos en el cuartel de Playa de las Américas, pero el mismo mantuvo un absoluto silencio. La misma actitud fue adoptada por otras personas de la comunidad británica en el Sur de Tenerife.