"¡Ahora sí que me he quedado a gusto!", es la frase que los agentes de la Policía Municipal de Valladolid recuerdan que les espetó Omar O. la madrugada del 8 de abril de 2014 en el instante en que le comunicaron que su mujer, Rosa Ana Marcos, y el supuesto amante de ésta, Fernando Legido, a los que había acuchillado minutos antes tras pillarlos juntos en la cama, se encontraban ya cadávares en el domicilio conyugal.

Los agentes que acudieron esa noche al número 2 de la calle Oración, en el barrio de Rondilla, escenario del doble crimen objeto de la presente causa que se sigue en la Audiencia de Valladolid por el procedimiento de jurado, han coincidido en que el procesado no cesó de preguntarles cómo se encontraban las víctimas y que, tras confirmarle que ya nada se podía hacer por ellas, se mostró plenamente satisfecho.

"!Ahora si que me he quedado agusto!", reiteran los funcionarios que el procesado les trasladó, y todo ello con palabras expresadas con total "coherencia" puesto que, como así afirman rotundos en declaraciones recogidas por Europa Press, Omar "olía a alcohol pero no estaba borracho" y "se expresaba y entendía perfectamente".

Los testimonios de los policías echarían por tierra la ''amnesia'' alegada por el procesado, quien el primer día del juicio aseguró no recordar nada de cómo se produjeron los hechos como consecuencia de la ingesta de bebidas alcohólicas y de hachís, y también pondría en entredicho la atenuante de embriaguez que invoca su defensor para lograr una condena más benigna para su patrocinado.

Aunque la policía ya había acudido al inmueble sobre las 00.30 horas a raíz de una primera llamada de un vecino que denunció "griterío, peleas y voces" procedentes del piso de arriba, no fue hasta las 05.30 horas, tras un segundo aviso, cuando los policías hallaron la puerta abierta de la vivienda y se toparon en el descansillo con Omar, con los brazos en alto y con manchas de sangre en la ropa.

"¡Les he matado a los dos dos. Esto tenía que acabar así. Les he pillado desnudos en la cama!", son las primeras palabras del acusado en el momento en que fue detenido por los agentes, quienes también coinciden en que éste presentaba lesiones en la boca y los pómulos, indiciarias de una pelea.

SANGRE HASTA EN EL TECHO DEL SALÓN

Por su parte, el instructor y jefe de la Brigada de Homicidios de la Policía Nacional ha reconocido que lo que más le llamó la atención al inspeccionar el lugar del doble crimen fue la "ausencia de desorden" en la vivienda y que "no había indicios de lucha, con lo que todo apunta que los hechos se produjeron con mucha rapidez".

En el terreno de las hipótesis, el instructor apunta que pudo producirse un primer enfrentamiento, sin arma blanca por medio, entre el acusado y Fernado Legido en el dormitorio conyugal, supuestamente al ser sorprendido éste en la cama con Rosa Ana, y que acto seguido ambos contendientes continuaron la pelea en el salón, donde Omar acometió a su oponente con un cuchillo de 20 centímetros de hoja.

Es precisamente en esta pieza del piso donde aparecieron las mayores proyecciones de sangre, que incluso alcazaron al techo del salón, "lo que evidencia que el acometimiento fue de forma muy intensa y continuada", ha explicado el agente, quien ha añadido que Fernando Legido recibió la mayoría de las cuchilladas en su costado izquierdo y que, agonizante, pudo arrastrarse hasta quedar tendido boca abajo cerca de la puerta que daba al pasillo.

LESIONES DE DEFENSA EN LA MUJER

Acto seguido se habría dirigido al dormitorio principal para acabar con la vida de su mujer, cuyo cadáver, que presentaba la mayor parte de las lesiones de arma blanca en la espalda, fue localizado en el espacio situado entre la cama y la puerta del balcón.

Rosa Ana tenía lesiones de defensa en las manos, ha destacado el instructor de las diligencias policiales, quien sostiene que, por las proyecciones de la sangre, es muy probable que la víctima no se hallara de pie cuando fue acuchillada.

Si bien al día siguiente de los hechos el procesado le aseguró que el cuchillo lo llevaba Fernando y que él logró arrebatárselo y utilizarlo contra su contendiente y su mujer, el agente de la Policía Nacional ha expresado un "no rotundo" a tal versión, ya que por su experiencia profesional--ha justificado--jamás ha conocido el caso de alguien que lograra quitar a otro un arma blanca sin sufrir cortes en sus manos.

El juicio entrará el lunes en su tercera sesión. La Asociación Clara Campoamor, personada en la causa como acusación popular y particular--representa a dos hijas de la víctima--, y la Junta, también como acusadora popular, solicitan una condena de 20 años por la muerte de la mujer, mientras que en el caso del otro fallecido la asociación interesa 12 años por homicidio, al entender que éste sí tuvo posibilidad de defenderse.

En concepto de responsabilidad civil, Clara Campoamor pide al procesado, de 44 años, el pago de indemnizaciones por importe de 400.000 para los cuatro hijos de Rosa Ana--a razón de 100.000 euros para cada uno--y 60.000 euros para la madre de la fallecida.

Por su parte, el Ministerio Fiscal tipifica ambas muertes como homicidio y solicita al imputado 14 años por la de Rosa Ana--al aplicar la agravante de parentesco--y 12 por la de Fernando, junto con el pago de indemnizaciones por importe de 240.000 euros para los hijos de ella y de 80.000 para los padres de él.

En el lado opuesto, la defensa tipifica ambos crímenes como homicidio, con las atenuantes arrebato u obcecación, embriaguez y confesión de los hechos, y solicita para su patrocinado un total de 19,5 años de prisión, 11,5 por la muerte de la mujer y otros 8 años por la del varón.