El Supremo ha confirmado la condena a 6 años de cárcel impuesta a un hombre que estafó 390.000 euros a otro, al que convenció de que invirtiera en un "estructurador molecular sónico" haciéndose pasar por millonario con casas de lujo alquiladas que luego no pagaba y coches de lujo conducidos por un chófer.

El alto tribunal considera que el condenado, Raúl Báñez Martín, es responsable de un delito de estafa y otro de apropiación indebida por haber engañado a ese hombre, del que se granjeó su amistad durante años y se distanció una vez consiguió todo su dinero, así como a una mujer a la que dejó a deber dos años de arrendamiento de una mansión.

El condenado, de 49 años, proviene de una familia acaudalada que en 2009 perdió su dinero en un negocio inmobiliario, momento en el que decidió fingir que era millonario alquilando chalés de lujo que decía de su propiedad y usando coches de marcas caras conducidos por su chófer, Christian.

Puso el punto de mira, relata la sentencia, en un hombre, hijo de una mujer que conocía del año 2003, cuando aún tenía dinero, que, según le dijo ella, tenía dinero ahorrado para comprarse una casa.

A su víctima la llevó a un chalé que tenía alquilado en El Pardo (Madrid), que decía que era suyo y del que alardeaba que pretendía vender al cantante David Bisbal.

Tambié le contó que tenía la propiedad del edificio Gorbea, en Madrid, y de un inmueble en la Sexta Avenida de Nueva York (EEUU), y le habló de un grupo empresarial propiedad de su familia.

Una vez le impresionó con su riqueza, le ofreció participar en un negocio millonario, el estructurador molecular sónico, un aparato que consigue ahorrar energía y del que dijo que tenía comprada la patente a su creador.

Le explicó que podía conseguir cuantiosos beneficios, pero que había que invertir en las pruebas necesarias para homologarlo, tras lo que el hombre accedió a pagarle 100.000 euros a cambio de la mitad de los beneficios.

Para convencerle, le dijo que los beneficios que podían obtener podrían retirar a ambos de trabajar, que tenía la venta 50.000 unidades aseguradas con taxistas y que el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales, estaba muy interesado en su compra.

En enero de 2010, la víctima le dio ese dinero, y luego le invitó a una casa en Mallorca que también tenía alquilada pero que decía que era de su propiedad porque su abuelo se la había comprado a la duquesa de Windsor, Wallis Simpson.

Durante ese tiempo, el padre del que se creía su amigo enfermó, y él se ofreció a trasladarle en un avión medicalizado a Nueva York para que lo visitara el neurólogo de su familia.

Más tarde, le pidió un préstamo de 120.000 euros alegando que no podía disponer de dinero porque Hacienda tenía bloqueadas las cuentas a sus empresas, y luego otros 170.000 por las mismas razones.

Después de estafarle esos 390.000 euros, y a sabiendas de que su víctima no tenía más dinero, se fue distanciando de él, relata la sentencia, que explica que luego alquiló una mansión en El Plantío (Madrid), el chalé Sullivan, por 6.000 euros mensuales que nunca pagó.

Lo hizo convenciendo a la propietaria de su posición económica y negándose a pagar un aval. A cambio, le ofreció como garantía un compromiso ante notario de mantener en sus cuentas un saldo mínimo de 36.000 euros, que no cumplió.

El condenado no pagó ningún mes del alquiler ni ninguno de los gastos de la vivienda y permaneció en él hasta que, en abril de 2012, casi dos años después, un juzgado resolvió echarle.

En ese momento, se llevó del chalé una colección de 34 cabezas con cuernos de animales que el difunto marido de la propietaria había cazado y que estaban valoradas en 2.040 euros.

En su resolución, el Supremo confirma la condena que la Audiencia Provincial de Madrid, que considera motivada y respaldada por pruebas, y rechaza el argumento del recurrente de que la pena de 5 años por el delito de estafa es desproporcionada.

El Supremo la considera proporcional a la gravedad del hecho y tiene en cuenta "el importante quebranto económico ocasionado a una de las víctimas", sobre todo al hombre del que se apropió de todos los ahorros que tenía para comprarse una casa, con quien creó "una apariencia de amistad, jugando también con los sentimientos de sus víctimas con el único propósito de sacar un provecho ilícito".