El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional sospecha que el autor del asesinato de un hombre en la pensión Padrón en el año 2010, en Santa Cruz de Tenerife, presuntamente puede estar implicado también en la muerte violenta de la mujer cuyos restos aparecieron en dos petates militares el pasado mes de julio en el barranco de Santos.

El hombre investigado es José Antonio L.A., de 42 años, que cumple una condena de 17 años de prisión por el asesinato de otro varón, tras propinarle numerosos golpes y causarle lesiones con un objeto punzante en la citada pensión. José Antonio presuntamente era consumidor de metadona cuando ocurrieron los hechos en la pensión y tenía entonces un amplio historial delictivo.

Los restos mortales localizados este verano, que estaban seccionados y repartidos en dos grandes mochilas militares, corresponden a Adoración de la Cruz Vera Rodríguez, una mujer nacida en 1967, que permanecía desaparecida desde hacía seis años y cuyo caso era investigado también desde ese momento por el Grupo de Homicidios.

Por diversas circunstancias de la vida, Adoración residió algún tiempo en el Albergue Municipal de Santa Cruz de Tenerife. A pesar de esa situación personal, era una vecina que seguía manteniendo contacto con su familia y que recibía una pensión. Además, era madre de una joven.

Según la investigación policial desarrollada desde agosto de 2010 por el asesinato de Ángel Bermejo, el cliente de la pensión Padrón cuyo cuerpo fue encontrado entre dos colchones, este pudo conocer a José Antonio en el albergue municipal y, al entablar amistad, ambos se fueron a residir al citado hostal.

Los investigadores tratan de determinar si en el homicidio de Adoración de la Cruz Vera o en el proceso de ocultación de sus restos participó una o varias personas más.

Los restos de la mencionada mujer fueron encontrados durante la tarde del pasado 7 de julio en el cauce del barranco de Santos, justo bajo el puente Javier de Loño, que enlaza los barrios santacruceros de Salamanca y La Salud.

Curiosamente, el macabro hallazgo se produjo por parte de unos jóvenes en el momento en que los bomberos trataban de apagar un incendio en una de las laderas del citado barranco.

Según trascendió en aquel momento, en uno de los petates se encontró la cabeza y las extremidades, mientras que en el segundo estaba el tronco, según trascendió en aquel momento.

Los referidos jóvenes alertaron de lo que habían visto a agentes de la Unipol (Unidad de Intervención Policial) de la Policía Local de la capital tinerfeña, que, como es lógico, alertaron a la Policía Nacional.

Al día siguiente al hallazgo ya trascendió que los restos correspondían a una mujer, aunque para su identificación hubo que esperar a las pruebas de ADN.

Un perfil de víctima similar en ambos casos

Si finalmente se llega a probar que el asesino de la pensión Padrón también está implicado en el homicidio de Adoración de La Cruz y sobre la posibilidad de que el mismo sea considerado un asesino en serie, el criminólogo Félix Ríos, cuya Asociación para la Lucha contra el Crimen se encuentra en trámites de personación como acusación en este último caso, pide prudencia. Ríos señala que, si bien "estaríamos hablando de un posible perfil de víctima similar en ambas muertes violentas, aún así habría que valorar paralelismos en el modus operandi, firma conductual, y motivación para cometer el crimen en este segundo caso".

Desorden al deshacerse de los cuerpos

El criminólogo tinerfeño manifiesta que, de cualquier manera, "hablaríamos en ambos casos de un autor desorganizado, que improvisa tanto a la hora de cometer el crimen como en la fase posterior al mismo para ocultar los cuerpos". En los primeros días de enero de 2010, José Antonio mató a Ángel Bermejo, tras producirle un importante número de lesiones por golpes y varias con un objeto punzante. Acabó con la vida de Bermejo, natural de Zaragoza y que tenía 55 años, en una habitación. Posteriormente lo trasladó a otra que no se usaba, ambas en la tercera planta, para ocultarlo. Según las pesquisas de la Policía, lo puso en una cama, colocó un colchón encima y, sobre este, varios objetos, como una maleta y ropa. Después abrió la ventana. Durante los ocho meses siguientes, nadie detectó la presencia del cadáver, que fue encontrado por los hijos de la dueña del hostal. Ángel Bermejo, que durante algunos años ejerció como militar, cobraba dos pensiones. Además, aprovechaba sus dotes de músico para intentar ganar algo de dinero en las calles. Todos esos ingresos pudieron llamar la atención de su asesino.