La Fiscalía de Sevilla ha rebajado este martes de 15 a 13 años de cárcel su petición de condena para el hombre acusado de matar en 2015 en Marchena de una puñalada en el corazón a su mujer, de la que se encontraba en trámites de separación, tras tener conocimiento de que la víctima había iniciado una nueva relación sentimental con otro hombre.

Fuentes del caso han informado a Europa Press de que, durante la segunda sesión del juicio con jurado popular que se está celebrando en la Audiencia Provincial de Sevilla, el Ministerio Público ha expuesto su informe final y ha solicitado finalmente una pena de 13 años de prisión para José María M.C. por un delito de homicidio.

Asimismo, las acusaciones que ejercen la familia de la víctima y la Junta de Andalucía y la propia defensa del investigado han solicitado la misma pena de 13 años de cárcel para el acusado, que ha hecho uso de su derecho a la última palabra para pedir perdón a sus hijos, de 19 y 12 años de edad, a sus suegros, a sus cuñados y a sus hermanos, "que lo están pasando muy mal".

Hay que recordar que la Junta solicitó inicialmente para el imputado 20 años de cárcel por un delito de asesinato, mientras que el abogado defensor pedía 5 años de prisión por un delito de homicidio con atenuantes muy cualificadas y la familia de la víctima reclamaba los mismos 13 años de prisión que ha pedido finalmente y el pago de una indemnización de 470.000 euros.

Las mismas fuentes consultadas han indicado a Europa Press que, tras la presentación de los informes finales por cada una de las partes, la magistrada-presidente del juicio entregará este miércoles el objeto del veredicto a los miembros del jurado, que entonces se retirarán a deliberar para decidir sobre la culpabilidad del acusado.

EL ACUSADO RECONOCE LOS HECHOS

Durante su declaración en el juicio, el acusado reconoció haber cometido el crimen y se mostró "arrepentido" por ello.

Así, José María M.C. relató que se casaron en el año 1996, pero dos meses antes de ocurrir los hechos se separaron "físicamente" y la víctima decidió irse a vivir con sus padres.

Tras indicar que su mujer seguía acudiendo a diario a su casa para hacerle la comida tanto a él como a los dos hijos que tienen en común, el procesado puso de manifiesto que, una vez su mujer se fue de casa, se enteró por un amigo de que la víctima había rehecho su vida con otra persona.

En relación al día de los hechos, el acusado relató que su mujer llegó a casa para hacerle la comida y, en un momento dado, comenzaron a "discutir" porque "quería explicaciones de por qué se había llegado a esa situación", de manera que, estando en la cocina, el imputado le pegó "tortazos en la cabeza con la mano abierta".

"SI NO ES PARA MI, NO ES PARA NADIE"

"Era la primera vez que le agredía", aseguró el imputado, que añadió que, a continuación, cogió un cuchillo de cocina y se lo clavó en el pecho a la víctima, que "se intentó defender con las manos". "Se lo clavé una vez y luego, cuando vi lo que había hecho, me lo clavé yo", subrayó.

El acusado alegó que "no estaba en su juicio" y reconoció que, "en ese momento, quería matarla", añadiendo que, una vez consumada la agresión, fue a buscar a sus vecinos para confesarles el crimen con frases como ''la he matado, ven mira lo que he hecho'' o ''la he apuñalado porque me ha engañado y si no es para mi no es para nadie''.

"Tenía la cabeza que me iba a explotar", reconoció el procesado, que, visiblemente emocionado, dijo que "por supuesto" está arrepentido de lo ocurrido, añadiendo que antes de ocurrir el crimen "no le había pegado nunca", aunque en una ocasión llegó a vigilarla y en otra le dio "un empujón porque estaba bajo los efectos del alcohol" y al día siguiente le pidió "perdón de rodillas".

LA "TRANQUILIDAD" DEL ACUSADO

Durante la vista oral también han declarado varios vecinos, entre ellos una mujer que relató que, el día de los hechos, el acusado llamó a su puerta, por lo que le abrió y se lo encontró con la cara y las manos "llenas de sangre". "Me dijo que la había matado y que fuera a ver lo que había hecho", indicó esta testigo, a quien le llamó la atención la "tranquilidad" del imputado.

Seguidamente, esta vecina se dirigió en compañía de su marido a la vivienda del acusado y se encontró a la víctima en la cocina, sentada en una silla "con las manos en el pecho, de donde le salían borbotones de sangre", por lo que comenzó a llamar a la Policía y a la Guardia Civil entre tanto su marido intentaba taponar las heridas de la víctima, que decía que "se asfixiaba y que no le dejáramos sola".

"A mí me temblaban las manos y él --el imputado-- estaba muy sereno, fumando un cigarrillo", puso de manifiesto esta vecina, que aseveró que la fallecida le había contado meses antes que el imputado "le seguía, le espiaba y le controlaba el teléfono móvil", por lo que la víctima "llegó a tirar el móvil al suelo" para romperlo y evitar problemas.

Otra vecina narró que el día de los hechos se encontraba en la azotea de su casa cuando, en un momento dado, comenzó a escuchar "gritos como de una niña pequeña" y posteriormente escuchó "no, moreno, no", tras lo que observó al acusado cruzar la calle en dirección a la casa de otra vecina a la que dijo "ya lo he hecho, ya la he matado".

El acusado, que estaba "muy tranquilo", iba con sangre en la ropa y en las manos, indicó la testigo, que a continuación se dirigió a la vivienda del crimen y halló a la víctima ensangrentada en la cocina. "Estaba consciente pero se ahogaba, casi no podía hablar", describió la vecina.