Agentes de la patrulla del Seprona de la Guardia Civil destinada en el Puerto de la Cruz, dentro de un operativo establecido para el control de la seguridad alimentaria, realizó el pasado día 23 una inspección en un punto de venta ambulante en una calle del Puerto de la Cruz, en colaboración con un técnico veterinario del Servicio de Sanidad del Gobierno canario. Los agentes y dicho funcionario observaron cómo se estaba vendiendo embutidos (jamones, chorizos y chicharrones, entre otras cosas), frescos y curados, así como quesos. Sin embargo, dichos productos carecían de la debida protección y expuestos a las condiciones climatológicas. Además, muchos de esos alimentos carecían de envase y se encontraban ya cortados, por lo que no tenían el envoltorio protector o similar. Esos efectos también estaban expuestos en una vitrina isotérmica que estaba apagada, encontrándose los productos a temperatura ambiente en el momento de la inspección, por lo que se respetó, por tanto, la cadena de frío impuesta por el productor, según informó ayer la Comandancia de la Guardia Civil.

Además, los agentes y el veterinario observaron cajas de embutidos en el suelo y otras que carecían del etiquetado obligatorio.

Ante esas circunstancias, al no poder garantizarse la calidad de los productos a la venta, los agentes precintaron la mercancía, que quedó bajo la responsabilidad del presunto infractor, bajo la advertencia de poder incurrir en responsabilidad Administrativa o Penal, en caso de violentar dicho precinto, y a disposición de la autoridad sanitaria administrativa competente. Los embutidos y quesos hallados pesaban unos 500 kilos y tienen un valor de mercado de entre 4.000 y 6.000 euros.