Ayer fue una jornada muy intensa por los testimonios escuchados en el juicio por el asesinato de Laura González en julio de 2015 en la tienda de la capital palmera donde trabajaba. Ayer respondieron a las preguntas de las partes el acusado, David Batista; la madre de la víctima y la clienta del comercio que intentó frenar el asesinato.

El presunto autor del crimen solo respondió a las preguntas de su abogado y señaló que, durante los días de la Bajada de la Virgen, consumía droga y bebía alcohol desde la mañana hasta la madrugada. La horas previas a la muerte de la víctima no fueron una excepción. Dijo que está arrepentido y que, "si pudiera dar para atrás, no lo haría". Aclaró que "por culpa mía mucha gente lo está pasando mal; ojalá me hubiera quedado yo".

Añadió que, "desde que cogí tino (consciencia), todos los días me acuesto y me levanto con ella". Comentó que antes del suceso tenía depresiones, que se le venían "malas ideas". Por eso, según dijo, pidió una consulta con un psiquiatra del servicio público de salud, pero "me dieron cita para septiembre". Reconoció que llevaba nueve años luchando para obtener una pensión por minusvalía, pero siempre le rechazaban su solicitud.

La madre de Laura ofreció una declaración cargada de detalles y precisiones sobre la forma de ser de Laura, su vida y las horas previas a ser asesinada. Señaló que Laura "es hija única", con la que tenía una relación perfecta, aunque había temas sobre los que opinaban diferente. Sobre la relación que mantuvo con Batista, la mujer señaló que "hubo altibajos" y, que cuando lo dejaba, la joven le decía sobre David: "...el pesado ese, me tiene harta, solo cuentan sus opiniones; me usa por conveniencia". Tras la ruptura final en mayo de 2015, el procesado enviaba mensajes a Laura en los que actuaba como víctima. Por ejemplo, Batista le pasaba fotos de precipicios por los que supuestamente se iba a tirar. Laura comentó a su madre que no soportaría que su expareja se quitara la vida por su culpa. De esa actitud pasó a las amenazas.

La víctima nunca creyó que David fuera capaz de matarla y se mostraba escéptica sobre que los padres de su exnovio pudieran convencerlo para que cesara en su acoso. La testigo llegó a definir ayer a Batista como un niño mimado. Actualmente, la madre de Laura está en tratamiento psicológico y psiquiátrico. Desde entonces, dicha mujer no puede trabajar ni dormir. Y padece periódicamente crisis de ansiedad. A preguntas de la defensa, reconoció que un policía nacional que estaba de refuerzo en La Palma se interesó por salir con Laura y una vez la invitó a cenar.

La testigo clave: "Y no pude ayudarla"

El hecho de que el asesinato de Laura ocurriera en una tienda y cerca de una calle muy concurrida supuso que haya muchos testigos. Pero un testimonio clave es el de la clienta de la tienda que estaba junto a la víctima cuando llegó David para rociarla con gasolina y que trató de impedir su acción. Desde el primer momento, la mujer evidenció que está bajo tratamiento psicológico y psiquiátrico, porque no ha podido superar el hecho que le cambió su vida. Recordó que estaba junto al mostrador bromeando con Laura, a quien le cambió la cara cuando vio entrar a David. Desde el exterior del mostrador, Batista la empezó a manchar. La testigo notó que el joven que estaba a su lado la había mojado, pero pensó inicialmente que era agua y le dijo: "Gilipollas, que me estás mojando". Cuando el procesado bordeó el mostrador para cerrar el paso a Laura, esta le repitió: "¿Qué estás haciendo, David?; ¿Qué haces, David?". La testigo afirmó ayer que el acusado mostró una sonrisa burlona cuando se dirigía hacia la joven. Después le tiró más gasolina a la víctima. Entonces, la clienta agarró a Batista por la camiseta y lo tiró hacia atrás, por lo que parte de la gasolina cayó sobre el cuerpo del agresor. Después, se acuerda de que el implicado sacó un mechero y, nada más encenderlo, se generó el incendio. El fuego se propagó desde "abajo hacia arriba" en el cuerpo de la afectada. Al ver el fuego, salió corriendo de la tienda. Ayer se lamentó que, si hubiese habido una segunda persona que hubiera tirado hacia atrás a David, el suceso quizás se podía haber evitado. Entre lágrimas, esta clienta dijo: "Y no pude salvarla". La declaración de un inspector de la Policía Nacional, jefe del Grupo Operativo Local, aclaró al Jurado que la tragedia ocurrió con el vertido de 340 mililitros de alcohol, porque en la garrafa quedaron los nueve litros restantes. Este mando policial señaló que en este caso se dan todos los elementos de un incendio. Dicho inspector afirmó que David reconoció los hechos en el centro de salud de la capital palmera.