El hombre y la mujer acusados de haber dejado morir a su bebé sin prestarle ningún tipo de cuidado y abrigo durante todo un día tras parir en casa han alegado hoy ante la Audiencia de Las Palmas que pensaban que la niña estaba dormida y que no se dieron cuenta de que le pasara nada.

En la primera sesión del juicio, la acusada, Sara M., de 25 años, ha explicado al Jurado que optó por dar a luz en casa tras el "maltrato" que recibió por parte de una tocóloga en una ecografía, una decisión que el padre, Jacinto S.H., de 59, ha precisado que no compartía, pero que "respetó".

Estos dos padres se enfrentan en este procedimiento a una solicitud de condena de 18 años de cárcel por asesinato, mientras que las defensas piden la libre absolución o una condena de menor entidad por entender que lo ocurrido fue fruto de "una imprudencia".

Sara M. ha relatado que se enteró de que estaba embarazada cuando ya contaba con siete meses y una semana de gestación y que para llevar a cabo su decisión de parir sola en casa se documentó con libros y en internet sobre lo que tenía que hacer.

Así, ha explicado que el día del alumbramiento dispuso en el salón del piso donde convivía con Jacinto una colchoneta gruesa, toallas, una bañera, ropa de bebé, pañales y toallitas.

Tras romper aguas, se puso de cuclillas para dar a luz y cuando la niña llegó al mundo pidió a Jacinto que la "recogiera" para que no se diera ningún golpe, lo que éste hizo con la ayuda de una toalla, sin llegar a cortar el cordón umbilical.

La acusada ha indicado que después "perdió un poco la conciencia", pero se colocó sobre la colchoneta con la niña en brazos en cuanto pudo reponerse y permaneció junto a ella "esperando que se despertara" para darle de comer y lavarla.

La joven ha insistido en que pensaba que la niña se había quedado dormida y que estaba bien, porque lloró al nacer. Sin embargo, cuando se despertó al día siguiente se dio cuenta de que su cuerpo "estaba frío y un poco morado", momento en el que acudió al centro de salud de Vecindario (Gran Canaria) junto con el padre.

Durante las horas siguientes al nacimiento, Jacinto S.H. ha reconocido que se ausentó de casa en dos ocasiones, una por la mañana y otra por la tarde, para despejarse del "estrés emocional" que le causaba haber aceptado el parto natural que le propuso la madre.

"Tuve que aceptarlo, la madre es ella, es más importante que yo", ha afirmado el acusado, quien también ha recalcado que en ningún momento se percataron de que la niña tuviera problemas, ni mucho menos quisieron que muriera, porque para ambos era su primer hijo.

La preocupación por el color y la tenue respiración del bebé llevó a los acusados, la mañana siguiente a su nacimiento, a acudir en un taxi al centro de salud más cercano, donde se certificó su defunción.

Jacinto S.H., que está casado con otra mujer, ha explicado también durante el juicio que solo tuvo la certeza de que él era el padre de la niña cuatro días después de su fallecimiento, en unas pruebas de ADN a las que se sometió de forma voluntaria.

El juicio continuará mañana con los testigos propuestos y los peritos propuestos por la acusación y las defensas.