Los criadores de perros que quieren destinar a estos a peleas para obtener un beneficio económico empiezan su adiestramiento desde muy corta edad. Así, en diferentes ocasiones analizan el nivel de agresividad de un cachorro o si ataca a otros perros. De esa manera, determinan si un ejemplar es apto o no para el "negocio". Los investigadores del Grupo de Medio Ambiente de la Comisaría General de Policía Judicial indican que una organización criminal se justifica en la reunión de varios criadores y su participación en las peleas. Antes de cada uno de estos "eventos", los dueños de animales pactan o firman un contrato con las condiciones del combate (dinero que se apuesta, peso de los canes, el valor de las penalizaciones en caso de no comparecer, el árbitro, el lugar o la hora de celebración). A estas peleas solo acudía un grupo cerrado de personas (bien por haber asistido a otros actos similares o bien por ser apadrinados por un veterano). En las organizaciones había varios escalafones. El primero está ocupado por los miembros con poder, contactos e infraestructuras para organizar peleas. En segundo lugar se hallan los criadores de perros potencialmente peligrosos. En el tercer escalón se sitúan las personas que crían o mantienen los canes, obtienen recursos para eventos y se deshacen de los animales que ya no son útiles. En último lugar están los espectadores y quienes apuestan en las peleas. Si un perro gana tres peleas seguidas se denomina "campeón" y si lo hace en cinco ocasiones ininterrumpidas se le llama "gran campeón". Y su cotización va aparejada a su calificación. Los actos con una sola pelea y poco público son definidas por los implicados como "fiestas privadas". Los eventos más importantes se consideran "convenciones". En la jornada de ayer, once personas detenidas durante la operación pasaron a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar, según los datos que trascendieron.