La mujer rociada con gasolina por su marido en Corral de Almaguer (Toledo), en octubre de 2015, le ha exculpado en el juicio, ha dicho que no quiso matarla prendiéndola fuego, que no la amenazó y que "se ha exagerado mucho", en contra de lo dicho por los testigos que la ayudaron cuando huyó impregnada en gasolina.

La Audiencia Provincial de Toledo ha juzgado esta mañana a V.M., un hombre de nacionalidad rumana acusado de homicidio en grado de tentativa por el fiscal, que ha formulado la acusación ya que no le han denunciado ni la mujer ni la hija, que hoy tiene 23 años y que en el juicio también ha dicho que su declaración ante la Guardia Civil tras los hechos fue un "malentendido".

El fiscal ha mantenido la pena de ocho años de cárcel para el acusado aunque, con carácter alternativo, ha pedido un año de cárcel por un delito de amenazas y ha afirmado que "sin poder ahondar" en los motivos de lo que han declarado madre e hija "no se incline la balanza a favor del acusado".

También ha pedido el fiscal la expulsión del país si la pena es menor de seis años, mientras que la defensa ha solicitado la absolución y, como alternativa, un delito de amenazas.

Los hechos juzgados ocurrieron a las 19:00 horas del 6 de octubre de 2015 en el domicilio de la familia en Corral de Almaguer, cuando se desencadenó una discusión porque el hombre llegó del trabajo "y no estaba la comida preparada", han dicho tanto el acusado como la mujer.

El hombre bajó el garaje, cogió una botella de plástico que contenía gasolina, subió con ella y arrojó parte de su contenido sobre su mujer, impregnando el cabello y la camisa según han dicho los agentes de la Guardia Civil que acudieron tras la llamada de tres miembros de los testigos de Jehová (también de nacionalidad rumana) que, precisamente, pasaban delante de la casa cuando la mujer salió pidiendo ayuda.

Sin embargo, el hombre y la mujer han dado un testimonio similar: que pensaban que la botella contenía vino, no gasolina; que no tenía mucha cantidad y que al hombre se le cayó de las manos y salpicó "un poco" el pantalón, pero no el cabello ni la camisa.

La mujer ha dicho hoy que no tiene miedo a su marido, con el que sigue casada -aunque según el marido no viven juntos- y que salió a la calle para tomar aire por el olor a gasolina que emanó de la botella.

La hija, por su parte, ha dicho que no vio a su padre con una caja de cerillas, aunque aquel día fue ella la que entregó las cerillas a los agentes, y también ha asegurado que no oyó amenazas de muerte hacia su madre ni vio la botella con gasolina.

Ha explicado que su madre salió a la calle porque cuando se enfada es lo que suele hacer hasta que se calma, que su madre no olía a gasolina y no estaba asustada, y ha indicado que tampoco tiene miedo a su padre y que su declaración tras los hechos "se había entendido mal".

Sin embargo, los tres guardias civiles que llegaron al domicilio han explicado que intentaron, sin éxito, convencer a la mujer y a la hija para que denunciaran y han explicado que la mujer tenía "todo el pelo chorreando de gasolina" y la casa desprendía un fuerte olor.

Cuando llegaron el hombre estaba fregando el suelo, algo que también ha admitido el acusado quien ha explicado hoy -con ayuda de una intérprete, a la que también han recurrido otros intervinientes- que "se han malentendido muchas cosas".

El acusado ha estado en prisión provisional desde el 8 de octubre del mismo hasta el 28 de julio de 2016.