El Juzgado Penal número 5 de Almería ha condenado a dos años de prisión a un hombre que durante 22 años maltrató, humilló y sometió a su esposa, incluso después de retomar su relación tras divorciarse, de forma que llegó a aislarla de su entorno familiar, le cortaba la luz y controlaba su forma de vestir.

La sentencia, contra la que cabe recurso y a la que ha tenido acceso Efe, recoge que el acusado, F.B.G. se casó en 1994 con la víctima y que fruto de dicha relación tuvieron cuatro hijos, tres de ellos aún menores de edad cuando fue denunciado.

La pareja se divorció en 2006 pero volvieron a retomar la relación y a convivir juntos un tiempo después.

Según el fallo, desde el primer momento el acusado sometió a su pareja, tanto dentro como fuera de su domicilio familiar en el Levante almeriense, a una situación de "abuso de una posición dominante con subordinación" de la mujer a las decisiones de F.B.G.

De esta forma, el acusado la hizo objeto de diversas "humillaciones", la insultó y le impidió de "forma continua" tomar decisiones libremente sobre su vida personal y laboral, hasta el punto de "aislarla de su entorno familiar y social".

Así, F.B.G. reprochaba y no permitía a su mujer que hablase por teléfono con sus familiares y se oponía a que tuviese las llaves de la vivienda en la que residían, por lo que únicamente podía acceder a la misma desde el bar que ambos regentaban en la planta baja del domicilio.

No obstante, también le impedía bajar a dicho bar y no respetaba su "intimidad" al "controlar el contenido de su teléfono móvil", además de prohibirle que utilizase prendas como tangas o minifaldas.

En este sentido, el acusado llegó en una ocasión a reprocharle que llevase puesto un pantalón blanco.

También se oponía a que tuviese acceso al dinero familiar y le cortó la luz en "diversas ocasiones" y le manifestó su "deseo de que se suicidara".

El 11 de agosto de 2015, cuando ambos se encontraban en su vivienda, F.B.G. introdujo en la casa un perro en "precarias condiciones higiénicas" y tras decirle a la víctima que "traía el perro a la cuadra", lo metió en la cama, donde el animal se orinó.

Mientras todo esto ocurría, el acusado insultaba a su mujer en presencia de sus tres hijos menores de edad.

Un día más tarde, fue denunciado ante la Guardia Civil.

El juez subraya que la conducta del acusado ha hecho que su pareja sufra un estado emocional y psicológico compatible con el de una víctima de maltrato psicológico, con un alto nivel de ansiedad, abatimiento y baja autoestima que pueden cuadrar con un trastorno ansioso depresivo reactivo propio de una situación "vital estresante".

Por estos hechos ha sido condenado a dos años de prisión por un delito de maltrato habitual agravado en el ámbito de la violencia de género, por el que también se le priva durante tres años al derecho a la tenencia y porte de armas y se le prohíbe aproximarse a la víctima a menos de 500 metros durante tres años.

Además tendrá que abonar a la víctima una indemnización de 6.000 euros en concepto de responsabilidad civil por los daños morales causados.