Este miércoles 12 de abril se cumplen 56 años desde que el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtiese en el primer humano que viajó al espacio, uno de los principales hitos de la carrera espacial.

En conmemoración de los 108 minutos de sobrevuelo orbital de Gagarin a bordo de la nave Vostok 1, que cambiaron el mundo, se celebra el Día Internacional de los Vuelos Espaciales Tripulados.

Gagarin fue elegido para esta proeza por el responsable del programa espacial soviético, Serguéi Koroliov, por su experiencia como piloto de caza a reacción. Teniendo en cuenta las características y capacidades de la tecnología espacial, era necesario candidatos específicos, profesionales absolutamente sanos y disciplinados, que tuvieran unos 30 años, midieran no más de 1''70 metros y pesaran entre 68 y 70 kilos.

Según apunta la agencia rusa RIA Novosti, nueve meses antes del legendario vuelo, los seis mejores pilotos soviéticos se reunieron con Koroliov, quien les mostró la primera nave espacial. Este preguntó quién quería conocer la cabina, y Gagarin se ofreció quitándose los zapatos y subiendo la escotilla.

Gagarin era el candidato ideal que finalmente fue aprobado para realizar el primer vuelo del hombre al espacio. Poco antes del viaje, el cosmonauta escribió una carta a su mujer, Valentina, sobre su esperado vuelo. "¿Puedo soñar con algo más? ¡Es historia, es una nueva era! Dentro de un día despega mi vuelo --decía la misiva--. Creo en la técnica completamente. No debe fallar. Pero a veces pasa que un hombre se cae en el lugar más inesperado y se rompe el cuello. Aquí también puede suceder algo. Pero no lo creo. Si pasa algo, te pido, Valiusha, no te mates de dolor".

El primer vuelo se realizó en modo automático, pues se suponía que el cosmonauta era pasajero de una nave espacial. Sin embargo, en cualquier momento, podía tomar el control manual de la misma.

Los psicólogos soviéticos no sabían muy bien cómo se comportaría una persona sometida a una prolongada ingravidez, y admitían que el cosmonauta podía perder el control de sí mismo y podía querer conducir la nave de forma manual, por lo que el código numérico para desactivar el modo automático estaba guardado en un sobre cerrado. Se suponía que sólo una persona consciente podía leer e introducir este código. Sin embargo, antes del vuelo alguien se lo desveló a Gagarin.

EL CAMINO HACIA EL COHETE Y EL DESPEGUE

En el camino del cosmonauta hasta el cohete, la gente le pedía autógrafos. Ya sobre la plataforma metálica junto a la entrada de la nave, Gagarin levantó las dos manos despidiéndose de los que se quedaban en la Tierra.

Ahí comenzó la aventura soviética en el espacio. La primera nave espacial tripulada Vostok-1 fue lanzada a las 09:07 horas (hora de Moscú) desde el Cosmódromo de Baikonur (Kazajstán).

La nave dio una vuelta a la Tierra para finalmente aterrizar en un pueblo en la región de Sarátov, en el sureste de Rusia. Las señales de radio de la nave espacial soviética fueron capturadas por los observadores de la estación radar estadounidense Shemya, situada en las islas Aleutianas.

Cinco minutos más tarde, al Pentágono le envió un mensaje cifrado. Al recibirlo, el empleado de turno de noche llamó a casa del doctor Jerome Wiesner, asesor de ciencia superior del presidente John F. Kennedy, para informarle de que los rusos habían adelantado a los estadounidenses.

En órbita, Gagarin realizó unos experimentos sencillos: beber, comer, escribir con un lápiz. Todas sus sensaciones y observaciones se registraron con una grabadora a bordo. "Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos", decía el cosmonauta mientras orbitaba la Tierra.

EL DESCENSO

Durante el descenso, Gagarin se sometió a una sobrecarga entre ocho y diez veces mayor de la normal, pero estaba preparado para superarla. Lo más complicado fue combatir el estrés psicológico, ya que la temperatura exterior durante el descenso podía alcanzar los 5.000ºC y la cabina empezó a crepitar.

A una altitud de siete kilómetros, según el plan de vuelo establecido, Gagarin se catapultó. Yuri corrió el peligro de caer con su paracaídas en el agua helada del río Volga. Pero gracias a un buen entrenamiento previo al vuelo, pudo realizar unas maniobras y aterrizó a unos kilómetros del río.

Las primeras personas que recibieron al cosmonauta en la Tierra fueron la esposa de un guardabosque local, Anna Tajtárova, y su nieta de seis años, Rita.