En la jornada de ayer continuaron las declaraciones de los tres acusados: los dos hijos de la fallecida y la compañera sentimental del primero, María N.G.R.. Esta mujer dijo que bañaban a la anciana cada dos o tres días y la aseaban entre medio y que un mes antes del fallecimiento había estado en la casa la enfermera. Ella no se ocupaba directamente de atender a la anciana y se limitaba a echar una mano con la limpieza de la ropa y con la comida. Dicha procesada reiteró que su suegra era alimentada tres veces por día, aunque al final sólo aceptaba líquidos, yogures o comida infantil. "Por la tarde tomaba un cortadito con ella y hablábamos", comentó. La nuera de la fallecida negó que hubiesen tenido problema con los vecinos hasta que el caso saltó a los medios de comunicación y tras ser detenidos. "A partir de entonces me han insultado, amenazado y escupido en la cara delante de mi hijo", apuntó.

Ratificó la declaración de sus familiares de que el día del fallecimiento pensaban llevarla al médico y había oído que su pareja dijo: "Hay que hacer algo porque estas heridas no me gustan nada". Las contradicciones en las que incurrió con respecto a las que prestó anteriormente las justificó de la siguiente manera: "Es que tienen que comprender por lo que estamos pasando". La hija, Ana A.Ll.A., aseguró que limpiaba puntualmente el cuarto con lejía, que iba a la casa cada dos o tres días y que no tenía ninguna enfermedad, como mucho las llagas, "que le iban y venían". Dijo que la anciana jamás se quejó y por eso no la llevaron al médico y que, incluso, dos días antes de la muerte estaba bromeando sobre si su nieta tenía ya novio. La jornada anterior solo vio como algo extraño que sus ojos estaban muy abiertos. Por aquellos días previos también se dieron cuenta de que aparecía más comida escondida y que se seguía arrancando las gasas y el pañal. La mancha en la pared dice que fue culpa suya porque la intentó limpiar con lejía "y al final quedó un pringue".