Muchos cabos quedaron sueltos tras la muerte el 22 de noviembre de 1996 del ciudadano argentino Juan Antonio Álvarez Litben en su casa de Maspalomas, donde llevaba una vida holgada como encargado y dueño de locales de ocio. Entonces, se determinó que su muerte fue un suicidio. Pero sus hermanas nunca se lo creyeron. Y las sospechas de su familia de que pudo sufrir una muerte violenta aumentaron cuando su esposa, la catalana María de los Ángeles Molina, "Angie", fue detenida y condenada a 18 años de prisión por el homicidio en el 2008 de Ana Páez, una compañera de trabajo en Barcelona. Ya entonces se trató de probar si "Angie" también acabó con la vida de Juan, pero el asunto se archivó.

En 2012, las hermanas del fallecido contactaron con el criminólogo tinerfeño Félix Ríos, que, durante 4 años, estudió el caso, con la recogida de testimonios y análisis de detalles sobre el asunto.

En 2016, Ríos logró que el Juzgado de Primera Instancia número 3 de San Bartolomé de Tirajana reabriera el caso y encargara una investigación a la Unidad de Delincuencia Económica y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional de la Comisaría de Maspalomas, cuyos agentes han llegado a varias conclusiones que, como mínimo, aprecian que "Angie" tuvo una conducta "extraña" en las semanas anteriores y posteriores a la muerte de su marido. Todas las personas consultadas por el criminólogo y los agentes coinciden en que Juan y "Angie" se llevaban mal y discutían habitualmente por los elevados gastos de la mujer para intentar llevar una vida de lujo que no estaba acorde a sus ingresos. La mujer se inventó una vida paralela, en la que, por ejemplo decía que su padre era juez, cuando en realidad trabajaba de taxista. Juan estaba dispuesto a divorciarse y a pedir la custodia de la hija de 4 años que tenían en común. Según algunos testimonios recabados por la Policía, la decisión la tomó no solo por el enfermizo despilfarro de "Angie", sino también porque descubrió que esta ejerció la prostitución, tanto antes de conocerla como después de estar casados, y le era infiel con otros hombres. A Juan, según contó este a su entorno, se lo confirmó un detective, el cual le entregó fotos de la supuesta doble vida de "Angie". Una testigo clave para los agentes es una mujer que conoció a "Angie" en los años 80 en Barcelona y que la define como extremadamente ambiciosa y que utilizó a hombres de alto poder adquisitivo para escalar en su posición social. Dichas fotos estaban en una caja fuerte en la casa de Juan que, cuando este murió, se hallaba abierta y sin tales imágenes.

Juan le confesó todas esas decepciones a esa amiga de "Angie", que reside en Cataluña y ha hablado con los policías, el criminólogo y periodistas. Cinco meses después de morir Juan, "Angie" la llamó para decirle que Juan falleció. Cuando le preguntó la causa, la viuda dijo: "Me lo he cargado", aunque después matizó que "con los gastos y los disgustos", junto a una "sonrisa sarcástica". Juan falleció por ingerir un producto venenoso (ion fosfato). Pero, en la casa nunca se halló ningún producto, sustancia o envase que pudiera contener ese tóxico, lo que sí ocurre cuando existe un suicidio. "Angie" estuvo en Barcelona entre el 14 y el 23 de noviembre de 1996. Ninguna persona que trató con Juan en las horas y días previos a su muerte apreció signos de que estuviera deprimido y con ganas de quitarse la vida, según el informe remitido por la Policía al Juzgado. Todo lo contrario; lo veían ilusionado con su hija y un proyecto empresarial. Con el fallecimiento del hombre argentino, la UDEV de Maspalomas estima que "Angie" obtuvo unos beneficios de, al menos, 40 millones de pesetas (240.000 euros), divididos en su herencia (5 millones); su participación en un negocio (21 millones) y la venta de la casa familiar (14 millones). Curiosamente, quien le compró la vivienda fue, según la Policía, un ciudadano de Cataluña con quien "Angie" tuvo una relación mientras estaba casada con Juan. Otro detalle significativo para los agentes es que dos meses antes de la muerte del hombre argentino, "Angie" matriculó a su hija en un colegio en Barcelona; es decir, que ya entonces tenía intención de iniciar una nueva vida. Si a la amiga catalana le dijo: "Me lo he cargado", a otra conocida de la familia le comentó que fue un "efisema pulmonar agudo" por exceso de esfuerzo de Juan haciendo deporte, ya que jugaba varias veces a la semana al pádel. Y a finales de 1997 le dijo a la Policía que no había sido un suicidio, sino que había ingerido accidentalmente "Calgón", pues la víctima lo pudo confundir con otro producto en la cocina. Supuestamente, esta última versión la ofreció porque no sabía si el seguro de vida de Juan cubría el suicidio. La asistenta de la casa dijo que, cuando se iba de viaje, "Angie" nunca llamaba a la casa a preguntar por Juan. Pero en las jornadas previas al fallecimiento, llamó todos los días para preguntar cómo estaba su marido y, tras decirle que estaba bien, posponía su regreso a Gran Canaria. Solo volvió cuando nadie respondió al teléfono.

Seis coincidencias

En el informe que presentó ante el juez, Félix Ríos menciona seis coincidencias entre los casos de Ana Páez y Juan: una víctima confiada y cercana a "Angie"; un móvil económico para matar (la necesidad imperiosa de tener mucho dinero); el desencadenante es el peligro de variar su situación económica; el uso de productos químicos; la utilización de direcciones ficticias, y aplicar una coartada en la que intenta estar lejos del lugar en que ocurren las muertes.

La inocente compañera

Según la investigación de los Mossos d''Esquadra, "Angie" uso datos personales de su compañera de trabajo para pedir numerosos créditos que nunca pagaba. Cuando detectó que Ana estudiaba comprar una casa e irse a vivir con su novio, activó su plan, pues al pedir el crédito podían descubrirse sus estafas. Obtuvo semen de dos "boys", adquiriró cloroformo y alquiló una casa a nombre de Ana. La invitó a cenar, la asfixió y le puso el semen en su vagina. "Angie" simuló que ese día fue a buscar las cenizas de su madre.